Por Jesús M. de la Cruz
El jueves 25 de mayo de 2023 intervino el profesor Adolfo Domínguez Monedero en el ciclo de conferencias tituladas «Tarteso al descubierto», relacionadas con la exposición «Los últimos días de Tarteso» en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Su ponencia fue titulada “Fenicios y griegos en la formación de Tarteso”. En este artículo vamos a hacer repaso de los conceptos más interesantes tratados por el profesor en su ponencia.
Primero el profesor Domínguez Monedero se detiene a enunciar algo fundamental que a veces olvidamos: la Historia se construye a partir de muchas investigaciones que convergen en el conocimiento científico. Hay muchas visiones de Tarteso, los científicos discrepan entre ellos, pero las preguntas y argumentos que se formulan y su análisis metódico, basado en datos contrastables, son los que ayudan nos ayudan a saber y conocer. Entre todos se construye el saber histórico. Dice además el profesor que debemos huir de aquellos que pretenden tener certidumbres y saber todas las respuestas. Esas personas, sin ninguna duda, sí que están equivocadas.
Algunas imágenes de la exposición Los últimos días de Tarteso, realizadas por Albert Álvarez Marsal.
Para el profesor Domínguez, Tarteso es una cultura que surge por el contacto de las poblaciones del SE de la península con las culturas que llegan de Oriente. De ello surge una cultura con muchos elementos adaptados de estos pueblos orientales, que llamamos Tarteso. La mezcla de estos elementos hace difícil en ocasiones distinguir dónde acaba lo indígena y donde empieza lo fenicio u oriental.
Los fenicios parten de las colonias de Tiro, Sidón y Biblos en un proyecto que es a la vez comercial, descubridor y colonial hacia las tierras del Occidente. Los navíos fenicios realizaban una navegación de cabotaje, con el objetivo de ir deteniéndose en lugares costeros para avituallarse, comerciar y explorar el territorio. De muchas de esas escalas surgieron con el tiempo las ciudades y colonias fenicias, como son Cartago o Gadir. El objetivo de estas expediciones es buscar recursos valiosos para su economía. Éstos son principalmente materias primas como la madera, productos agrícolas y sobretodo metales preciosos. La Península Ibérica era riquísima en plata y cobre, un elemento fundamental para fabricar el bronce, y por ello las rutas fenicias alcanzan el extremo más alejado del mundo, estableciendo sus primeros puestos comerciales en Huelva, donde las cuencas de los ríos Tinto y Odiel proporcionan ricas zonas de explotación que serán dirigidas por los fenicios desde la ciudad de Onuba, actual Huelva.
Los proyectos de navegación fenicios pudieron ser llevados a cabo en ocasiones por comerciantes particulares que arriesgaban su dinero e incluso su vida, pero entre los fenicios es común que las expediciones fueran organizadas por los reyes de las ciudades fenicias, por lo que serían importantes empresas no solo comerciales, si no también militares. Las nuevas ciudades y colonias creadas van a crear además núcleos de población importantes, porque con los guerreros y comerciantes marchan también agricultores y artesanos. En las sociedades antiguas la mayoría de la población trabajaba en el campo: cuando observamos las ciudades portuarias fenicias no podemos dejar de pensar en que la mayoría de su población viviría del trabajo agrícola, explotando las tierras de alrededor. Los fenicios llevaron nuevas técnicas agrícolas, como el uso del vino y del aceite a partir de las vides y olivos, y nuevas formas de ganadería, como las gallinas, o los burros.
Además de ciudades, los fenicios construyeron santuarios con los que dar gracias a los dioses por sus viajes y negocios, hacia los que trasladaron las divinidades tutelares que adoraban en Oriente. Los templos son lugares donde se llevan a cabo las transacciones con los indígenas, y se convierten en importantes focos de aculturación. Ahí es donde arranca el mundo tartésico, ya que allí se producen principalmente la interacción entre los agentes fenicios y las poblaciones locales. Entre ellos, los agentes aculturizadores principales son las propias élites indígenas que adquieren productos de lujo en los intercambios comerciales y dan paso a los prospectares fenicios hacia las minas y territorios de laboreo. Las necrópolis denominadas tartésicas muestran túmulos con tumbas muy ricas, ajuares fabricados por manos de artesanos fenicios que la nobleza local utiliza como símbolo de su poder y riqueza. Además de en las tumbas, más al interior observamos también muchos materiales fenicios en contextos templarios. Son lugares donde lo fenicio se va diluyendo con lo local, espacios donde la población fenicia comparte territorio con los indígenas, pero donde el peso de la población es principalmente local. Aquí el profesor utiliza el término “orientalizante” no para hacer referencia a un período histórico, si no al gusto por los productos importados que deja relucir la población indígena que denota una influencia cultural, pero no la presencia directa de pobladores semitas. Muchas de las cerámicas de formas fenicias decoradas con pinturas rojas de estilo orientalizante no corresponden en realidad a artesanos fenicios, que no decoran sus vasos, si no que según el profesor Domínguez ha sido realizada por artistas griegos que se mueven por el territorio del interior de la Península dentro de un ambiente dominado por élites fenicias y sus aliados indígenas.
Apurado por el tiempo, el profesor Dominguez comenta que la intervención de Grecia en Tarteso resulta mucho más esporádica que la semita. La presencia griega en la Península procede principalmente de las polis de Focea y Samos, explorando por la zona norte del Mediterráneo hasta alcanzar el extremo occidente. Estos griegos ya conocían las ricas tierras de poniente por el largo contacto con las cultura fenicia. El descubrimiento de barrios artesanos griegos en importantes ciudades fenicias en la Península demuestra que este territorio ya era conocido tiempo atrás. Las primeras menciones a Tarteso la hacen los griegos en el siglo VII a.C. Pero estas fuentes se alejan de la realidad que hemos visto con anterioridad para reflejar un espacio mitificado, que poco se parece a la cultura activa de siglos que venía desarrollándose en el Guadalquivir. En Huelva y la bahía de Cádiz se observa el intercambio de productos griegos, principalmente cerámica, tanto en los mercados como en talleres especializados, encontrados en el interior de aquellos barrios griegos construidos en ciudades fenicias. La presencia de cerámicas griegas en el interior sin embargo es muy escasa, apenas algunos productos cerámicos, que ofrecen una presencia apenas testimonial más allá de la ciudad de Huelva, que dura poco tiempo además.
La conferencia completa puede verse en el canal de YouTube del Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares: