El mito de Arturo en el folklore bretón

Por Jesús M. de la Cruz

Una parte de la tradición artúrica original ha quedado impresa en el folklore popular de Gran Bretaña. Durante el desarrollo consolidación de la leyenda sobre Arturo en la Alta y Plena Edad Media, gran parte de las composiciones y relatos relacionados con este héroe fueron de tipo oral, narraciones compartidas de padres a hijos y transmitidas a través de cuenta cuetos y trovadores.

Además de todos los textos conservados como parte de la literatura cortesana que la aristocracia galesa estuvo interesada en alimentar y patrocinar, encontramos algunas referencias en textos cronísticos medievales y de otro tipo que consignan varias de estas tradiciones orales. Algunas de ellas son muy curiosas, y ayudan a concretar ese carácter fantástico de los relatos que se asocian con Arturo. Las referencias más importantes son los llamados Mirabillia, un inserto a modo de epílogo del Historia Brittonum. Como bien podrán asumir por su título, los Mirabilia recogen doce milagros o maravillas de las islas de Bretaña e Irlanda. Dos de ellas están relacionadas con Arturo: se trata de la tumba de su hijo Amr y la piedra con la huella de su perro Cafall. Podemos leer ambos textos.

Sobre la piedra con la huella del perro Cafall, dicen así:

Hay otro prodigio en la región que se llama Buelt. Hay allí un montón de piedras y encima del cúmulo está colocada una piedra, con la huella de un perro en ella. Cuando fue cazado el jabalí Troint, Cabal, que era el perro del guerrero Arturo, imprimió su huella en la piedra. Arturo reunió después un montón de piedras debajo de aquella en la que estaba la huella de su perro. Se llama Carn Caball. Llegan gentes y transportan la piedra en sus manos por espacio de un día y una noche y al día siguiente se la encuentran otra vez sobre su montón.

(Traducción de Gloria Torres Asensio, Los orígenes de la literatura artúrica, Edicions de la Universitat de Barcelona, 2003: pág. 82, n.8).

Esta cacería del jabalí llamado Troint debió ser una aventura muy famosa de Arturo, ya que aparece desarrollada en el Culhwch y Olwen, escrito tres siglos después. Hablaré con detalle de ella más adelante.

Sobre el segundo de estos prodigios, podemos leer lo siguiente:

Hay otro milagro en la región que se llama Ercing. Existe una tumba junto a un manantial que es llamado Licat Amr, y el nombre del héroe que está enterrado en el túmulo, se deduce, era llamado Amr. Era el hijo de Arturo el guerrero, y él mismo lo mató en ese mismo lugar y le enterró. Y los hombres vienen a medir la longitud del túmulo: a veces es de seis pies; a veces de nueve; a veces de doce; a veces de quince. Porque cualquiera que sea la medida que tomes una vez, no la encontrarás de nuevo con la misma medida; y yo mismo lo he comprobado.

(Traducción propia desde el texto en wondersofbritain.org).

La mayor peculiaridad de este relato es cómo el anónimo autor se involucra en el relato indicando que él mismo ha podido comprobar el prodigio. No cabe duda de que estas leyendas orales fueron tomadas muy en serio por los habitantes de Bretaña. A este respecto, destaca la creencia popular, que ha perdurado como leyenda en el presente, acerca de la figura de Arturo como un personaje mesiánico, que algún día regresará para liderar de nuevo a los bretones en su momento de mayor necesidad. Una de las referencias más antiguas a esta creencia la encontramos en el viaje que unos monjes francos de Laon realizaron por Gran Bretaña en 1113, narrada por el cronista Herman de Tournai. Se trata de una anécdota tan pintoresca que no puedo dejar de leerla:

Desde allí llegamos a la provincia que se llama Danavexeria, donde nos mostraron la silla y el horno de aquel famoso rey Arturo, según las fábulas de los Britanos, y decían que aquella misma era la patria de Arturo…

(Traducción de Gloria Torres, op.cit.: pág. 114, n.32).

La región de Danavexeria corresponde a Devon y Cornualles. La silla y el horno de Arturo corresponden con toda probabilidad a monumentos megalíticos, tan abundantes en las Islas Británicas. Muchos de estos hitos del paisaje fueron relacionados con pueblos del pasado o seres sobrenaturales, o en este caso, con Arturo.

Más adelante la comitiva de monjes francos fue guiada hacia Bodmin, una parroquia de Cornualles, donde fueron recibidos por un sacerdote bretón de nombre Algardo. Allí tuvo lugar un incidente peliagudo:

Allí, un hombre que tenía una mano seca permanecía vigilante cerca del féretro para recibir la curación. Pero, así como los bretones suelen discutir con los francos por el rey Arturo, este hombre empezó a reñir con uno de nuestros criados, llamado Haganello, (…) diciendo que Arturo aún vivía.

Tras organizarse por ello un tumulto no pequeño, muchos irrumpen en la iglesia con armas, y si el mencionado clérigo Algardo no se les hubiese opuesto, se habría llegado casi a la efusión de sangre.

(Gloria Torres, ídem).

Esta leyenda sobre la desaparición y desconocido paradero de Arturo también fue recogida en la poesía cortesana. Así, en las Estrofas de las Tumbas, la estrofa nº44 afirma que:

Una tumba para March, una tumba para Gwythur,

una tumba para Gwgawn Espada Roja;

la maravilla del mundo, una tumba para Arturo.

(Traducción propia desde Nerys Ann Jones: Arthur in Early Welsh poetry. MHRA, 2019: pág. 12).

La tumba de Arturo es una maravilla del mundo puesto que no existe, o no puede ser encontrada, confirmando la creencia de que Arturo no ha muerto, en realidad. Una creencia transmitida por otras fuentes contemporáneas, como en el caso de la crónica De Rebus Gestis Anglorum de Guillermo de Malmesbury, al afirmar que la tumba de Arturo no se ve por ninguna parte, y que las antiguas fábulas de los bretones cuentan que aún está por venir. Estas fábulas, desde luego, no eran una cosa para tomarse en broma en la Gran Bretaña del siglo XII.

De hecho, la creencia acerca del regreso de Arturo perduró a lo largo de los siglos, y leyendas sobre su paradero y regreso también pueden encontrarse en Cornualles y en Armórica. Una de las más curiosas fue recogida nada menos que por Miguel de Cervantes por boca de Don Quijote. Dice así:

¿No han vuestras mercedes leído – respondió don Quijote – los anales e historias de Ingalaterra, donde se tratan las famosas fazañas del rey Arturo, que continuamente en nuestro romance castellano llamamos «el rey Artús», de quien es tradición antigua y común en todo aquel reino de la Gran Bretaña que este rey no murió, si no que por arte de encantamiento se convirtió en cuervo, y que andando los tiempos ha de volver a reinar y a cobrar su reino y cetro, a cuya causa no se probará que desde aquel tiempo a este haya ningún inglés muerto cuervo alguno?

(El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Centro Virtual Cervantes. Primera parte: capítulo XIII).

Imagen de la portada: Beatrice Elvery, «Heroes of the Dawn», via wikimedia commons

Bibliografía:

Jones, N.A. (2O19): Arthur in Early Welsh poetry. MHRA, Cambridge.

Torres Asensio, G. (2003): Los orígenes de la literatura artúrica. Edicions de la Universitat de Barcelona, Barcelona.

Página Web Wonders of Britain.

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