por El Profesor
El grifo es un animal mitológico surgido del imaginario de las culturas de Oriente en el nacer de la civilización. Las representaciones del grifo han variado a lo largo del tiempo hasta reunir sus características finales con las que todavía hoy podemos reconocerlo: cuerpo de león y cabeza y alas de ave de presa, así como su significado para las culturas que lo han representado. Aunque la proyección del grifo como criatura mitológica ha alcanzado el presente, en este estudio nos centraremos en la evolución de su figura en el Mundo Antiguo, con la intención de conocer cuáles son las claves para entender a este ser que viajó desde su lugar de origen en Oriente hasta lugares tan remotos como la Península Ibérica o las llanuras de Europa Oriental y poder entender los significados y símbolos que se asociaron con él.
Posiblemente la representación más antigua del grifo se encuentre en Mesopotamia. Sin embargo, su figura como animal fantástico también fue detentada por parte de Egipto de manera singular, de forma que tanto Mesopotamia como Egipto muestran sus propias versiones de esta criatura. En Mesopotamia, las primeras representaciones de grifos pueden ubicarse en torno al IV milenio antes de Cristo (Chang, 2021: 49). Uno de los ejemplos más antiguos puede corresponder a un pequeño cilindro sello de jaspe datado entre el 3.500 y el 3.100 a.C., perteneciente al periodo Uruk, que hoy podemos encontrar en el Museo del Louvre (2022).
En este cilindro-sello podemos observar la sucesión de dos serpopardos, criaturas leoninas con largos cuellos serpentinos acabados en cabeza de león, con los cuellos entrelazados y largas colas enhiestas. Entre ambas colas se encuentra una criatura voladora que podemos identificar como el primer tipo de grifo mesopotámico. Este grifo es tiene el cuerpo de un ave de presa con cabeza de león, mostrado de perfil, con las dos alas desplegadas en forma de V.
En el mundo sumerio, el ave-grifo es una criatura que representa al dios de las nubes de tormenta y de la lluvia, hijo del dios An o Anu, Padre de los Dioses y personificación del firmamento (Beaulieu, 2003). En época acadia se convertirá en un demonio conocido como Anzu, asociado con las tormentas y derrotado por el héroe Ningirsu, motivo por el cual Anzu se convertirá en su tótem o símbolo de poder. Como tal es representado en la Estela de los Cuervos, construida en conmemoración de las victorias del Eannatum de Lagash, en torno a mediados del II milenio antes de Cristo (Winter, 1985). En el anverso de esta estela, muy fragmentada, puede verse la figura de Ninurta o Ningirsu portando una maza en la mano diestra y alzando en la siniestra al monstruo Anzu. El grifo Anzu aparece representado de frente de forma heráldica, con las alas extendidas a los lados y la cabeza de león mirando de frente, y extendiendo sus patas a ambos lados. Como animal domesticado por los dioses, el grifo Anzu aparece durante el periodo acadio también en representaciones de cilindro-sellos como un león con alas que camina, en vez de volar (Chang, 2021: figs. 3 y 4).
La figura de león alado acabará por imponerse frente a la del ave-grifo durante las épocas babilonia y asiria. El grifo asirio marcará las características formales del grifo mesopotámico en su fase final, imitado después por los persas. El grifo es representado cuerpo y cabeza es de león, así como las extremidades delanteras, mientras que las alas y las extremidades traseras son de ave de presa. La cola puede presentarse o bien de forma leonina o bien de ave. En esta época, el grifo-león, junto con otros animales alados como los toros, pasará a convertirse en un espíritu protector y guardián, motivo por el que aparecen representados en las puertas de las murallas o en las paredes de los palacios (Bujanda, 2016).
En Egipto, las primeras representaciones de grifos pueden fecharse en torno a finales del IV milenio antes de cristo, más o menos a la vez que en Mesopotamia. Al contrario que en Mesopotamia, donde el grifo va a adoptar unos rasgos físicos peculiares y algo diferentes a la imagen universal del grifo, la criatura en Egipto sí que parece mostrar ya desde el principio los rasgos por los que hoy podemos distinguirlo, y que pasarán a través del arte hasta el mundo ibero. Una de las primeras representaciones del grifo egipcio pertenece a la denominada Paleta de los Perros (Berens, 2016: 7-11), que hoy puede verse en el hoy Museo Ashmolean (2022).
La Paleta de los Perros está fabricada en esquisto y procede de la ciudad de Hierakómpolis. Fue descubierta en 1898 junto con la célebre paleta del rey Narmer, por lo que puede datarse en el período Predinástico, en torno al 3.000 a.C. Su funcionalidad ritual se relacionaba con distintas ceremonias protagonizadas por el faraón, por lo que poseen un alto valor simbólico y religioso. En el reverso de la paleta se observa un revoltijo de criaturas tanto reales como imaginarias, en lo que parece ser una escena multitudinaria de cacería en la que los animales carnívoros atacan a diferentes herbívoros. Nos interesa especialmente la aparición del grifo en la parte central inferior de la paleta, representado de forma esquemática. Posee un largo rabo y cuatro patas acabadas en garras. Tanto la cola como la forma de las patas traseras son iguales a las de los felinos representados, dos leones y un leopardo, por lo que podemos suponer que su cuerpo es leonino. Curiosamente, las patas delanteras también parecen felinas, pero la articulación de los codos flexionan igual que las patas traseras, dando la impresión de corresponder a patas de ave. Su cabeza redonda tiene un gran ojo almendrado y un pico curvo que permiten identificarlos como un ave de presa. Sobre la espalda se extienden dos alas en visión frontal, situadas sobre el lomo, que adoptan la forma curiosa de un peine moderno.
Otras representaciones de este tipo de grifo pueden observarse en los mangos de cuchillos ceremoniales de marfil hallados en Hierakómpolis, Abydos o Gebel el-Tarif (Berens, 2016: 11-14). Destaca el mango de Gebel et-Tarif, en el que puede verse otra escena de caza de carnívoros en la que aparece un grifo, con unas formas que coinciden con las de la Paleta de los Perros. La duda acerca de la morfología de las patas delanteras del animal queda resulta al observar la pequeña figura de este grifo, a que esta vez están apoyadas sobre el suelo, y por la manera en que están representadas se ve que acaban en garras de pájaro. El cuello y la cabeza son mucho más esquemáticos, unidos en una sola forma vagamente triangular acabada en dos ganchos que podemos asumir representan el pico de presa abierto. En este grifo las alas sobre la espalda se extienden claramente en dos partes sobre el animal, de forma que semejan vagamente las plumas egipcias de Maat o del dios Shu.
Durante el Imperio Antiguo, el grifo es un animal que acompaña a la iconografía del faraón y simboliza su victoria contra los enemigos de Egipto. Su aspecto felino y su presencia en escenas asociadas a la caza de distintos herbívoros implica su ferocidad y poder frente a las fuerzas que se oponen al gobierno del faraón, pudiendo representar en sí mismos los poderes sobrenaturales del faraón para imponer el orden y la paz en la tierra (Morris, 2013). Es posible que, como otros animales del imaginario egipcio, el grifo también esté asociado con algún dios de la guerra, como el dios Montu, representado con cabeza de halcón en su forma humana. Esta divinidad guerrera puede encontrarse en relieves con cuerpo leonino y cabeza de halcón con corona, o con la forma de un grifo sin alas de cuerpo robusto, mientras que su nombre en jeroglífico si comprende el símbolo de un grifo alado (Redford, 2002: 120).
Las representaciones del grifo durante el Imperio Medio y el Imperio Nuevo van a diversificarse, ya que ha pasado de ser un animal con un simbolismo claro de fuerza y poder a ser un motivo con una función más bien decorativa, a la vez que la esfinge con cuerpo felino y rostro humano comienza a sustituir al grifo como animal que representa el poder victorioso del faraón. A partir del Imperio Nuevo los grifos se convertirán en una fórmula decorativa sin otro significado simbólico. En estos momentos los grifos suelen aparecer acostados, con las alas plegadas sobre el cuerpo o alzadas sobre ellos, y poseer cabezas de buitre o de halcón (Vidal de Brandt, 1973: 30).
En la tumba del nomarca Kheti, en Beni Hassan, de en torno al cambio del II al I milenio a.C., aparece un curioso grifo con cuerpo vagamente leonino, numerosas mamas en su parte inferior, cabeza de halcón y cola de flor de papiro (Metropolitan Museum, 2022). Este ser lleva una correa de perro, y se especula que sea en realidad una manera de disfrazar a los perros de caza para generar un efecto divertido o exótico al gusto de algún frívolo noble egipcio o tal vez con algún fin ceremonial. En algunas representaciones de cacerías aparecen estos grifos halcón, uncidos al carro de un dios joven mientras persigue a diferentes animales (Redford, 2002: 119).
Estos grifos sin alas con cabeza de halcón parecen unos oportunos precursores de los grifos que pueden encontrarse en los palacios minoicos de Cnossos, una muestra de cómo estos motivos iconográficos viajaron fuera de sus países de origen gracias a las vías comerciales, mientras que los motivos de grifos alados combinando rasgos mesopotámicos y egipcios encontraran su espacio como motivo decorativo en el arte de la región sirio-palestina, dispersándose gracias al comercio fenicio por gran parte de la cuenca del Mediterráneo, y por parte de Grecia hacia el Mar Negro y Europa Oriental.
Imagen de la portada: El grifo. Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Este artículo ha sido revisado el 14/08/2023.
Bibliografía:
Beaulieu, P.-A.: (2003): The pantheon of Uruk during the Neo-Babylonian Period. Brill-Styx.
Berens, V. (2016): Creating the non existent: a materialistic approach to the development of composite animals from the Predynastic period until the Middle Kingdom. Master thesis, Leiden Universitiy.
Acceso online: https://studenttheses.universiteitleiden.nl/handle/1887/37317
Bujanda, S. (2016): «Los toros y leones androcéfalos alados en Mesopotamia: historia y significado». Tempus, nº3, Abril-Mayo. pp. 5-21.
Chang, Y. (2021): «Griffin’s artistic style in the early mythologies and epics in the Tigris and Euphrates», en 5th International Conference of Art Studies: Research, Experiencie, Education (ICASSEE 2021). Vol. 1. pp. 48-54.
Acceso online: https://www.aup-online.com/content/papers/10.5117/9789048557240/ICASSEE.2021.007
Morris, E. (2013): «Propaganda and performance at the dawn of the state», en Hill, J. A., Jones, P., Morales, A. J. (eds.): Experiencing power, generating authority: cosmos, politics, and the ideology of kingship in Ancient Egypt and Mesopotamia. University of Pennsylvania Press. pp.33-64.
Redford, D. B. (2002): The Ancient Gods Speak. A guide to Egyptian religion. Oxford University Press.
Vidal de Brandt, M. (1973): «La iconografía del grifo en la Península Ibérica». Pyrenae, nº9. pp. 7-152.
Winter, I. (1985): «After the battle is over: the ‘Stele of the Vultures’ and the beginnings of historical narrative in the art of the Ancient Near East». Studies in the History of Art, 16. pp. 11-32.
Enlaces digitales:
Musée du Louvre (consulta 8 de junio de 2022). Sceau cylindre MNB 1167; CCO A 41. https://collections.louvre.fr/en/ark:/53355/cl010171374
Ashmolean Museum (consulta 7 de junio de 2022). Two dog palette. Royal and fabulous royal beasts. https://www.ashmolean.org/two-dog-palette
Metropolitan Museum (consulta 7 de junio de 2022). Detail of a Griffin, Tomb of Khety. https://library.artstor.org/asset/27271167