por Jesús M. de la Cruz
Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, así como toda la vajilla de la casa, ya que el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, junto con la flota de Hiram, y una vez cada tres años la flota de Tarsis venía y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales. Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. Toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oir la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
Libro primero de los Reyes, capítulo 10, 21 a 24.
En el artículo de Francisco Villar Liébana titulado «los nombres de Tarteso» se explica el origen y las transformaciones de este nombre a través de los idiomas de los pueblos que llegaron al Occidente del Mediterráneo y trabaron relación con sus habitantes: fenicios, griegos y finalmente romanos. Francisco Villar es filológo y lingüista, profesor en las universidades Complutense de Madrid y de Salamanca, especializado en las lenguas paleohispánicas. Catedrático de Lingüística Indoeuropea, ha colaborado activamente en la investigación de la lengua indoeuropea, reconstruyendo sus características a través de las evidencias dispersas y escasas que se encuentran en los topónimos y las antiguas lenguas celtas y latinas.
La forma del nombre de este lugar de Occidente que hoy llamamos Tarteso aparece en formas distintas en las fuentes semíticas, griegas y latinas, un hecho habitual si tenemos en cuenta la forma en que una lengua extranjera hace suyos sonidos o nombres que le son extraños. Las formas que han llegado a nosotros son las siguientes:
Con la forma Tars- (op.cit.: 244-245) encontramos las referencias originales del mundo semítico. En la Biblia, como en el famoso pasaje que reproducimos al principio de la recensión, se habla de Tarsis, un lugar que se ha querido asimilar con Tarteso, aunque es cierto que no puede afirmarse con seguridad. Esta forma puede entreverse en la forma helenizada Tarseion, que puede verse en los textos griegos y que puede evidenciar un préstamo del púnico.
La forma Tart- (op.cit.: 245) aparece en el nombre Tartessos de las fuentes griegas. Este nombre es una adaptación helena del nombre nativo, sin que pueda descartarse del todo que la forma tenga una influencia fenicia en su creación. Los fenicios precedieron a los griegos en el comercio con el Occidente, y es posible que la vez primera que los comerciantes griegos oyeron este término fuera directamente por boca de los fenicios. De este modo, los griegos pusieron un nombre a este territorio mucho antes de haberlo alcanzado, a través de la manera en que los fenicios lo pronunciaban y transmitían a terceros. Más tarde los comerciantes griegos debieron escuchar por boca de los nativos el nombre del lugar, pero para entonces Tartessos pudo ser un término ya generalizado. De esta forma procede directamente el término latino que ha dado en definitiva la forma que nosotros hoy pronunciamos: Tartesos, Tartessos, Tartesus y Tartessus.
Las formas Turt y Turd (op.cit.: 247) proceden del nombre Turdetania y Turdetanos que los romanos escucharon de sus pobladores durante la campaña militar de Catón el Censor llevó a cabo en la región en el año 195 a.C. Al contrario que las anteriores, esta es una referencia dada de primera mano. Dice Catón que esa región era llamada Turta por los locales, una referencia confirmada por un geógrafo griego cohetáneo, Artemidoro de Éfeso. Turtos actúa como étnico de los habitantes del país Turta, de donde se originó el nombre latino Turdetania. Por esto, puede hacerse la completa equiparación entre Turdetania y Tarteso.
Si resulta por tanto claro que la forma Turt- expresa la forma original del nombre indígena, el profesor Villar analiza a continuación cuál es el origen de esta raíz. Esta raíz Tur- resulta ser la más común en topónimos hispanos de origen prerromano, correspondiendo principalmente a nombres asociados con el agua, como ríos, arroyos o lagos (op.cit.: 251-254). Los hidrónimos en Tur se encuentran distribuidos por toda la Península, y el nombre Tartesos es también el nombre del rio de la región, como se expresa en los textos de los poetas Estesícoro de Himera y Avieno.
Así se explica que Estesícoro, hablando del pastor Gerión, dijese que había nacido enfrente de la ilustre Eriteia, junto a las fuentes inmensas de Tartessos, de raíces argénteas, en un escondrijo de la peña.
Estrabón sobre Estesícoro, III, 2, 11, en Wagner, 2014: 6.
El río Tartessos, deslizándose por campos abiertos desde el Lago Ligustino, ciñe la isla por ambos lados de su corriente […]
Avieno, en Wagner, 2014: 8.
Finalmente, los nombres Turdetania y Turdetanos son derivados del latín a partir de Turta, con la «t» final convertida en «d», Turda, al igual que otros modelos encontrados en la península ibérica: de Edetania, edetani, de Bastetania, Bastetani, etc. (Villar, 1995: 256).
Los nombres dados a Tartesos ofrecen una relación directa, a través de una evolución histórica del nombre, entre Turta, Tartessos y Turdetania. La hipótesis ofrecida por el profesor Villar sobre cómo estos nombres evolucionaron es ofrecida en el apartado final de conclusiones (op.cit: 265-267). Los romanos recibieron el nombre Tartesos a través de la herencia griega, que a su vez hubieron adquirido el término por contacto con los fenicios. Cuando Roma conquistó aquella región del mundo y la conocieron de primera mano, cambiaron la denominación helenizada por la nueva, Turdetania, mediante la adaptación en latín de la forma indígena escuchada por boca de los nativos. Ambas denominaciones se utilizaron a la vez durante cierto tiempo, terminando por establecer una diferenciación entre ambos términos. Tartesos fue reservado para el país en su etapa protohistórica y perteneciente al mito, mientras que Turdetania acabó por designar al mismo país ya en su etapa romana. Curiosamente, tanto el término púnico y helénico como el romano hacían referencia a la misma palabra oída de boca de los habitantes indígenas de la región: Turta, que establece la base para todas ellas e indica cuál fue el nombre que los naturales del país le dieron al territorio que habitaban.
Bibliografía:
GONZÁLEZ WAGNER, C. (2014): Tartessos. Mito e historia. Madrid: CEFYP-UCM.
VILLAR, F. (1995): «Los nombres de Tartessos». HABIS, 26. pp. 243-270.