Las maquetas de barcos del Tossal de les Basses y su relación con el Mediterráneo protohistórico.

Carlos Pérez Soler

Imagen de portada: hippos o vaso ceremonial del santuario del Carambolo.

Desde tiempos remotos la navegación estuvo presente entre las comunidades humanas. Progresivamente, el vínculo entre mar y ser humano se hizo cada vez más fuerte, por lo que cualquier tipo de embarcación se convirtió en un medio indispensable para comerciar o explorar nuevos lugares hasta ese momento desconocidos.

La creciente importancia de la náutica y la marinería en la vida de las personas del Mediterráneo se vio reflejada a través de la creación de todo tipo de representaciones simbólico-artísticas de embarcaciones que nos aportarán una valiosísima información sobre las técnicas de navegación del momento y las creencias de las primeras comunidades marineras de la historia de la humanidad. De entre todo el conjunto de representaciones náuticas destacamos en este escrito las maquetas de barcos, idóneas para comprender la complejidad y diversidad de usos de estos objetos que proliferaron por todo el Mediterráneo durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Primeramente, haremos un pequeño repaso por las principales zonas geográficas en las cuales se han documentado objetos de este tipo para posteriormente comentar el conjunto formado por maquetas de barcos encontradas en el asentamiento ibérico del Tossal de les Basses, en Alicante.

Las primeras maquetas de barcos en el Mediterráneo.

Ya en el Antiguo Egipto se conocen maquetas de barcos realizadas en madera, destinadas a representar el tránsito del difunto al más allá y que indudablemente tendrían una función funeraria asociadas a la concepción que tenían de la muerte las gentes de este territorio. Centrándonos en el Mediterráneo, los testimonios más antiguos de maquetas de barcos se corresponden a las culturas cicládicas, minoica y micénica, es decir, civilizaciones mediterráneas que mantuvieron siempre una relación muy estrecha con el mar, siendo la navegación un medio fundamental para su desarrollo y expansión.

Modelo hallado en Mochlos (Minóico Inicial I – II). Dibujo de Vicent Amato en Johnston, P.F. (1978).

Otro foco importante en el cual se han documentado maquetas de barcos es la isla de Chipre. Los ejemplos más antiguos para este territorio datan de la Edad del Bronce, aunque la elaboración de modelos de navíos se hará mucho más frecuente durante la primera mitad del I milenio a. C., como así lo evidencia el abundante número de maquetas de barcos halladas en áreas cementeriales de la ciudad de Amatunte. Otras zonas en las que se han encontrado maquetas de barcos durante el II y el I milenio a. C. son el Levante mediterráneo (ámbito fenicio), Grecia continental, las islas del Egeo, la península itálica y Cerdeña. En todos los casos que hemos mencionado nos encontramos con modelos de embarcaciones en miniatura hallados en espacios funerarios o áreas de culto, es por esto que podemos llegar a la conclusión de que en su gran mayoría estas miniaturas serían depositadas en tumbas a modo de ajuar funerario, acompañando a difuntos que posiblemente tuvieron una vinculación con el mar, o bien usadas como objetos de culto en santuarios, seguramente para demandar protección divina ante un inminente trayecto por mar, o para celebrar y agradecer a la deidades el haber conseguido finalizar un periplo con éxito.

En cuanto al grado de realismo de las naves representadas, estas pueden variar desde meras embarcaciones esquemáticas hasta barcos en los que se aprecian todo tipo de detalles. Gracias a ello, es posible conocer con mayor profundidad la arquitectura naval de las principales flotas mediterráneas en las centurias previas a la dominación romana del Mediterráneo.

Maqueta barco mercante hallada en Amatunte (Chipre). Fuente: British Museum.

Las maquetas de barcos en terracota del Tossal de les Basses en Alicante.

Hemos hablado, a modo de introducción, de los diferentes lugares del Mediterráneo en los que se han hallado maquetas de embarcaciones, pero ¿qué ocurre con la península ibérica? ¿Es un territorio ajeno a este fenómeno? Lo cierto es que no, sin embargo, las representaciones físicas de barcos en miniatura que se han documentado en nuestro territorio para el I milenio a. C. son escasas. Uno de los pocos objetos que presenta características similares a las maquetas mencionadas anteriormente es el hippos del Carambolo, un vaso ceremonial con forma de nave fenicia documentado en un depósito ritual del denominado Santuario IV. Sin embargo, no se trata de una representación fiel a escala reducida de una embarcación. Por el contrario, las maquetas del Tossal de les Basses si vendrían a ser representaciones en miniatura de embarcaciones reales que navegaron por las costas peninsulares a mediados del I milenio a. C.

El poblado en cuestión funcionó como tal desde finales del siglo VI a. C. hasta mediados del siglo III a. C., cuando acabó desapareciendo durante la Segunda Guerra Púnica. El Tossal de les Basses fue un asentamiento con una clara vocación portuaria, pues contó con un embarcadero en el cual fondearon multitud de navíos aprovechando la existencia de una albufera natural. Gracias a esta ubicación estratégica y la actividad mercantil que allí se desarrolló, las gentes autóctonas del territorio fueron testigos de la llegada de infinidad de naves que procedían de todos los rincones del Mediterráneo, favoreciendo la interacción entre iberos y otras gentes del Mare Nostrum como los griegos o los púnicos.

Restitución hipotética sobre fotografía aérea de laguna marina que existió en época ibérica (siglos V – IV a. C.) en la zona de la Albufereta en Rosser, P. et alii (2008).

La vocación portuaria y mercantil del Tossal de les Basses a lo largo de su existencia queda patente en el abundante número de cerámicas encontradas en el asentamiento procedentes de Grecia, norte de África o Ibiza, pero una de las cosas que más destaca de toda esa actividad naval son las cuatro maquetas de barcos realizadas en terracota. Nos encontramos ante un conjunto de objetos único y singular dentro del territorio peninsular, pues, con permiso del vaso ritual del Carambolo anteriormente citado, no se ha documentado ninguna otra pieza con características similares en la península ibérica.

Pese a las diferencias en dimensiones y características, las cuatro maquetas comparten elementos distintivos comunes en las embarcaciones mediterráneas del I milenio a. C. Estos objetos son ideales para conocer con una mayor profundidad los principales elementos náuticos y decorativos de las naves del momento. En ese sentido podemos destacar el ojo apotropaico representado en la proa que aparece en tres de las cuatro maquetas alicantinas y que también son habituales en representaciones navales de Chipre o Grecia. Estos ojos solían aparecer en la parte delantera de las embarcaciones como amuleto protector ante las inclemencias del mar. También debemos destacar la presencia de perforaciones tanto en el lado de babor como en el de estribor en dos de las maquetas, lo que nos da a entender que muy probablemente estas representaciones tendrían acoples adicionales como por ejemplo los remos que estarían hechos de madera y habrían desaparecido con el paso del tiempo. En dos de los cuatro modelos se puede apreciar el espolón delantero de ataque, por lo que en este caso dichos barcos representados vendrían a ser naves de guerra. Todo este tipo de detalles sugiere que las manos artesanas que elaboraron estas maquetas conocían a la perfección las embarcaciones que arribaban al puerto del asentamiento, lo que les permitió plasmar con gran precisión ciertos elementos distintivos de las naves representadas.

Modelo 2 del Tossal de les Basses en Olcina, M. et alii (2025).

La cronología de estas embarcaciones, situada entre la segunda mitad del siglo V a. C. y la primera mitad del siglo IV a. C., se enmarca en la etapa de mayor dinamismo y esplendor comercial del asentamiento. El gran número de barcos llegados al fondeadero del poblado se reflejó en la elaboración de estas miniaturas, probablemente elaboradas en el barrio artesanal del asentamiento situado fuera de la muralla, donde se hallaron tres de las cuatro maquetas que conforman el conjunto.

Por lo que respecta a su función, es muy probable que algunos de estos objetos fuesen utilizados como ofrendas a divinidades en un santuario que debió ubicarse en la zona del barrio portuario. En íntima relación con esta idea, cabría la posibilidad de que las gentes del poblado lanzasen al mar estas embarcaciones en miniatura junto con otras ofrendas, una práctica habitual entre las poblaciones mediterráneas orientales y, en época romana, durante la festividad del Navigium Isidis. La importancia del comercio y la religiosidad en la protohistoria mediterránea son elementos fundamentales para comprender las dinámicas cultuales y sociales de estas gentes, pues tuvieron siempre un vínculo muy estrecho con el mar. No obstante, no podemos obviar la posible función decorativa de algunos de estos artefactos, pues la maqueta que tan solo conserva el fragmento de la proa y el arranque de la quilla de la embarcación mide 16,5 cm de longitud y 8,5 cm de altura, de haberse hallado completa estaríamos hablando de una de las maquetas más grandes documentadas en todo el Mediterráneo. Casi con total seguridad algunos de estos imponentes modelos que destacaban por sus grandes dimensiones y su alto nivel de realismo, ya que muchos de ellos estarían incluso policromados, podrían ocupar espacios decorativos en estancias de ciertas casas del poblado o en zonas sagradas del asentamiento.

Detalle modelo 3 del Tossal de les Basses en Olcina, M. et alii (2025).

Sin embargo, debemos destacar por encima de todos los modelos del Tossal de les Basses el documentado en una de las estancias cercanas al embarcadero, pues es el mejor conocido desde el punto de vista de su contexto arqueológico. Este espacio se encuentra cerca de otra habitación en la que se encontró una estructura rebajada con forma de piel de toro extendida que recuerda a las existentes en la capilla meridional del santuario del Carambolo, en Camas, Sevilla, o la documentada en una de las casas del poblado ibérico del Oral en San Fulgencio, Alicante. Este curioso elemento nos da pistas sobre la posibilidad de que estas estancias estuviesen relacionadas con prácticas rituales de influjo orientalizante y muchas de ellas estarían conectadas con el mundo marítimo y la navegación. Teniendo en cuenta todos estos datos, es muy probable que en el barrio portuario del asentamiento ibérico del Tossal de les Basses existiera una zona sagrada con un santuario en el que se realizarían ofrendas de barcos como agradecimiento por la culminación exitosa de un trayecto por mar. Este tipo de prácticas serían muy similares a las existentes entre los siglos VII a. C. y V a. C. en territorios del Mediterráneo como la península itálica, Grecia continental y las islas del Egeo.

Modelo 1 Tossal de les Basses hallado en la zona del embarcadero en Rosser, P. et alii (2008).

Por lo que respecta al origen de las embarcaciones representadas, es muy probable que estas fuesen representaciones de naves griegas o púnicas, pues fueron las dos culturas que mantuvieron un contacto más estrecho con los iberos de la Contestania. Además, las características navales representadas en las maquetas presentan similitudes tanto con los restos de embarcaciones reales conocidos hasta el momento como con las representaciones navales que se han documentado en monedas, otras maquetas y cerámica.

En definitiva, el hallazgo de las maquetas de barcos del Tossal de les Basses constituye un conjunto singular y prácticamente único en el ámbito peninsular, lo que subraya su excepcionalidad dentro de la arqueología ibérica. Su existencia remite a la profunda importancia que la navegación mediterránea tuvo en los territorios costeros peninsulares, no solo como vía de contacto y de intercambio, sino también como un elemento configurador de prácticas culturales. En este sentido, las maquetas adquieren una clara dimensión simbólica y posiblemente sagrada, propia de la religiosidad protohistórica mediterránea, en la que el mar desempeñaba un papel vital en el día a día de sus gentes.

Referencias bibliográficas:

Basch, L. (1987): Le musée imaginaire de la marine antique. Atenas.

Esquembre, M.A. y Ortega, J.R. (2008): “La terracota de una birreme”, en Esquembre, M.A. y Ortega, J.R. (coords.): Surcando el tiempo. Un barco de terracota de época ibérica (Tossal de les Basses, Alicante). Museo Arqueológico de Alicante (MARQ). Diputación de Alicante. pp. 37-51.

Jonhston, P.F. (1985): Ship and Boat Models in Ancient Greece. Annapolis-Maryland.

Olcina, M., Pérez, R., Guilabert, A., Tendero, E. (2025): Ciudades de Luz. Ákra Leuké, Lucentum, Laqant. Museo Arqueológico de Alicante (MARQ). Diputación de Alicante.

Rosser, P. y Fuentes, C. (2007): Tossal de les Basses. Seis mil años de historia de Alicante. Ayuntamiento de Alicante.

Rosser, P. et alii (2008): “El yacimiento del Tossal de les Basses (Albufereta, Alicante) y el hallazgo de una terracota de barco”, en Esquembre, M.A. y Ortega, J.R. (coords.): Surcando el tiempo. Un barco de terracota de época ibérica (Tossal de les Basses, Alicante). Museo Arqueológico de Alicante (MARQ). Diputación de Alicante. pp. 13-35.

Westerberg, K. (1983): Cypriote Ships from the Bronze Age to c. 500 BC. Göteborg.

Deja una respuesta