por El Profesor
En el año 2016 la investigadora Noemí Moncunill y el profesor Javier Velaza escribieron el libro «Ibérico. Lengua. Escritura. Epigrafía» como parte del proyecto de investigación AELAW (Ancient European Languages And Writtings). El objetivo de este grupo interdisciplinar a nivel internacional es la creación de una fuente de recursos de datos online de todo lo conocido hasta la fecha en los idiomas europeos anteriores a la romanización. El grupo también está llevando a cabo la publicación de libretos centrados en cada uno de los distintos idiomas europeos prerromanos. El primero de estos textos fue sobre el Celtibérico en el año 2016, seguido del Ibérico ese mismo año, y del Lusitano el año siguiente. La página web de este grupo puede verse aquí: http://aelaw.unizar.es/
Dentro de esta puesta a punto académica de los antiguos idiomas europeos, en el año 2019 el grupo AELAW organizó un coloquio internacional con el título «Palaeoeuropean languages and writtings: challenges and research perspectives» en la ciudad de Roma. En esta reunión participaron los principales filólogos centrados en el estudio de las lenguas antiguas europeas y se expusieron y debatieron los avances en el conocimiento de estas lenguas y las líneas de investigación abiertas hasta la fecha sobre los diferentes idiomas europeos de la Antigüedad.
También en el año 2019 la Universidad de Oxford publicó el libro «Palaeohispanic Languages and Epigraphies», una guía en la que colaboraron algunos de los máximos exponentes en el estudio de las distintas lenguas paleohispánicas, bajo la edición de los profesores Alejandro G. Sinner y Javier Velaza. Este libro ha servido para establecer un compendio y repaso general actualizado sobre el estado del conocimiento de los idiomas paleohispánicos en la Península Ibérica anteriores a la romanización y la actual línea de investigaciones sobre el tema.
Finalmente, en el año 2020 la prestigiosa revista Palaeohispanica editada por la Institución Fernando el Católico editó su número 20 en el que se concentran las conclusiones tomadas en el coloquio internacional de Roma y donde los autores participantes en la guía publicada por Oxford han ampliado y revisado algunos de los capítulos incluidos. En conjunto, se trata de un momento excepcional para conocer qué se sabe sobre los idiomas paleoeuropeos y una oportunidad de oro para leer y conocer lo que ahora mismo el mundo académico sabe sobre ellos.
Utilizaré las publicaciones mencionadas anteriormente para discurrir sobre un aspecto muy concreto del idioma de los iberos: ¿cuál fue su origen y desarrollo? Dado que el idioma ha desaparecido, la existencia de la lengua ibera se demuestra a partir de los textos escritos en los distintos signarios, o sistemas de escritura empleados, encontrados por la arqueología. Por lo tanto, en este contexto, idioma y signario pueden ser entendidos como sinónimos. Para responder a las preguntas sobre el origen y desarrollo del idioma ibero a través de la evidencia de sus sistemas de escritura, el artículo se divide en dos partes. En la primera parte, explico la cronología del idioma según cómo puede percibirse a través de los documentos epigráficos encontrados, y en la segunda parte analizo las distintas versiones acerca de cómo se pueden relacionar los sistemas de escritura iberos entre sí.
En este mapa se ve la distribución de los distintos sistemas de escritura paleohispánicos anteriores a la romanización, cada uno de ellos reflejando un idioma distinto. De ellos, en este artículo me centro en los signarios ibéricos y en aquellos sistemas de escritura relacionados con ellos: la escritura turdetana, la escritura del sudoeste y los sistemas de escritura meridionales no identificados, que podrían ser la pista para conocer la evolución de los otros signarios. Fuente: Ferrer, 2020. Via: researchgate.net
Cronología y alfabetos de la lengua ibera
Atendiendo al registro arqueológico, se han hallado en la actualidad en torno a 2.300 inscripciones en lengua ibera. Esta lengua se ubica en unos límites geográficos y cronológicos concretos. Las inscripciones se reparten desde un límite aproximado en el rio Aude, al norte de los Pirineos, siguiendo la costa de Levante y el Valle del Ebro, incluyendo las estribaciones orientales del Sistema Ibérico con los ríos Jiloca, Turia y Júcar como frontera, y desde el valle del rio Segura hasta la zona interior a ambos lados de Sierra Morena entre los cursos altos del Guadiana y del Guadalquivir. Cronológicamente las inscripciones tienen como inicio el siglo V antes de Cristo en Levante y el siglo IV a.C en la región meridional, llegando en ambos casos hasta el siglo I antes de Cristo, si bien una gran mayoría de ellas pueden datarse en torno a los siglos III-I a.C.
El idioma ibero aparece con bastante homogeneidad en un territorio ocupado por pueblos que no tenían una relación de identidad entre sí. Este hecho permite identificar el espacio cultural de los iberos, pero abre nuevas preguntas ante cómo pudo compartirse una lengua común, o al menos muy similar, entre comunidades sin sentimiento de unidad. La percepción de estas lenguas procede de la existencia de textos escritos en ellas, así que el análisis de la evolución de estos idiomas pasa por conocer la evolución de sus métodos de escritura.
En todo el territorio ocupado por las tribus iberas se desarrollaron dos signarios epicóricos, es decir, dos sistemas de escritura de origen autóctono: alfabeto ibero nororiental y sudoriental, además de un alfabeto mixto grecoibérico y dos alfabetos extranjeros, el griego y el latín. Todos ellos fueron utilizados para poner por escrito la lengua ibera. Según el número de inscripciones encontradas, el signario más común fue el nororiental, seguido de lejos por el sudoriental, el alfabeto grecoibérico y por último los alfabetos griego y latino.
El factor unitario más importante entre los dos alfabetos autóctonos ibéricos es la existencia de un sistema dual, una forma de distinguir los valores sordos y sonoros de algunas consonantes, principalmente d>t y g>k, añadiendo un trazo adicional a los valores sordos (t k) para distinguirlos de los sonoros (t ). Sin embargo, este sistema de escritura dual no se utilizó durante todo el tiempo de duración de los alfabetos, como ahora veremos.
Signario Levantino
El signario nororiental (Ferrer, 2020: 979-986) es comúnmente conocido como signario Levantino. Es el que posee un corpus de inscripciones más alto, con 2.000 inscripciones aproximadamente. Se trata de un semisilabario, con 39 signos.
Posee una letra para cada vocal: a e i o u, con variantes duales cuya fonética no está clara.
También cuenta con una letra para la consonante labial b y para las sonantes: r s m n l; r y s también poseen una variante dual para la r vibrante y la s sorda. La dualidad de estas formas se percibe en unos pocos casos, principalmente en las cerámicas de Llíria, dando lugar a la escritura dual ampliada.
Para las sílabas oclusivas, entre los siglos V y III a.C. el alfabeto fue dual para distinguir entre las consonantes dentales y velares sordas (t k) y sonoras (d b g).
La inscripción más antigua en este signario pertenece al siglo V a.C. en Ullastret (este tema está ampliado en el artículo «Una cronología de la lengua ibera» en este blog), por lo que puede suponerse que se originó en la zona del valle del río Ter, cercano a la colonia griega de Ampurias. Desde el siglo IV hasta el siglo I a.C. se hizo de uso común por todo el territorio de levante. Aunque se desarrolló como un sistema dual, por algún motivo el modelo de marcación que permitía distinguir entre las consonantes sordas y sonoras dejó de usarse en torno al siglo II a.C., quedando reducido a 29 signos (Moncunill y Velaza, 2016: 8, Ferrer, 2020: 980-982, fig.5). Además, pese a ser el modelo de escritura más ampliamente utilizado, este signario presentaba claros inconvenientes: por ejemplo, aún se mantuvo en uso como silabario en un momento en que la mayoría de las culturas del Mediterráneo ya habían adoptado alfabetos, y al ser un silabario no permitía reflejar fielmente algunos rasgos de la fonética del idioma, como los finales acabados en -k, en -t o en -d.
Signario Meridional
El signario sudoriental, también llamado Meridional (Ferrer, 2020: 990-993) no es un modelo totalmente descifrado, ya que la lectura de algunos signos sigue siendo dudosa. El número de textos encontrados con este modelo de escritura es infinitamente menor que el Levantino, con unas 70 inscripciones. En su estructura es muy similar al Levantino, con algunos signos tomados del alfabeto fenicio, pero en su modelo dual las letras con un trazo adicional para ser reconocidas eran las sonoras, en lugar de las sordas. Esta escritura fue utilizada entre los siglos IV y I a.C., y es posible que no fuera utilizada sólo para el ibérico, sobretodo en algunas inscripciones más cercanas al área turdetana.
Alfabeto grecoibérico
El alfabeto grecoibérico fue tomado prestado de los griegos foceos que comerciaban en la región de Murcia con los iberos durante el siglo IV a.C. El alfabeto fue usado de forma ocasional y en un espacio muy concreto, para ser abandonado poco después (Moncunill y Velaza, 2016: 10). Aún así, la utilización que sus escritores hicieron de las letras griegas y la elección de consonantes concretas para representar los sonidos iberos ha permitido conocer cómo era el sistema fonético y de pronunciación ibero, algo que de otro modo habría sido muy difícil, si no imposible, de conocer.
Alfabeto latino y griego
Los alfabetos latino y griego fueron utilizados en época tardía para algunas inscripciones en la necrópolis de Cástulo y en Ampurias. Aunque son casos anecdóticos, su uso también ha permitido conocer algunos datos concretos sobre la lengua ibera, como que el idioma tenía palabras acabadas en consonante (Moncunill y Velaza, 2016: 12).
En esta tabla se pueden ver los signarios identificados de la Península Ibérica. En estas tablas se distinguen los diferentes modelos duales de los signarios meridional y levantino. En los modelos celtibéricos se aprecia cómo se adoptaron los signos de la escritura ibera, que a la vez pueden compararse con algunos símbolos del signario de Espanca. De todo ello se asume que los signarios fueron imitados unos de otros, pero hay dificultades para identificar cómo fue exactamente ese proceso. Fuente: Ferrer, 2020. Via: researchgate.net.
La evolución de la lengua ibera
La mayor controversia y duda entre los especialistas que se encuentran estudiando la lengua de los iberos es poder especificar cuál es la relación entre el alfabeto Levantino y el Meridional. Esta duda surge dado que pese a sus evidentes similitudes, también muestran algunas diferencias significativas que indican que cada uno tuvo una existencia autónoma del otro. El debate se amplía a todo el conjunto de signarios paleohispánicos, ya que su evolución y derivaciones no son fáciles de distinguir. Siguiendo la explicación de Joan Ferrer (2020: 974-977, fig. 3, fig. 4) se postulan cuatro teorías principales:
La evolución lineal de los diferentes signarios paleohispánicos (Teoría A), comenzando con la escritura del Sudoeste, encontrada en diferentes estelas del Alentejo Portugués y en uso entre los siglos VII y V a.C. y que tomaría sus signos del alfabeto fenicio. Desde este espacio geográfico, los sistemas de escritura irían expandiéndose en dirección norte: primero surgiría el ibérico meridional, luego el ibérico levantino, y de él emergería el signario celtibérico. Este modelo es simplista y no tiene en cuenta importantes conflictos cronológicos, como que el signario ibérico levantino es más antiguo que el meridional, a juzgar por los datos arqueológicos que se poseen actualmente.
La evolución desde la escritura tartésica (Teoría B). La escritura más antigua sería la surgida en la zona nuclear de Tarteso, junto a la antigua desembocadura del Guadalquivir, durante el siglo VII a.C. Esta escritura habría utilizado los signos del alfabeto fenicio y se reconocería en algunos escritos muy breves y de difícil interpretación encontrados entre los cursos medios y bajos del Guadalquivir y el Guadiana, aproximadamente. De esta escritura derivaría la escritura del Sudoeste y la ibérica meridional, de ella la ibérica levantina y por último la escritura celtibérica. Este modelo tiene el mismo problema que el anterior.
La existencia de una escritura meridional no ibérica (Teoría C). Este modelo relaciona la escritura del Sudoeste como una evolución de la escritura tartésica, mientras que clasifica las inscripciones indescifradas como un lenguaje meridional no reconocido que sería el ancestro común de los dos signarios ibéricos. Este modelo trata de conciliar el hecho de que los modelos de escritura iberos sean tan parecidos entre sí, estableciendo una conexión genética no entre ellos, si no con un antepasado común. La teoría confía en la interpretación de los textos indescifrados como parte de un signario del cual evolucionaron los sistemas de escritura iberos, aunque esa conexión no está probada y pertenece al campo de la suposición.
Recientemente, Joan Ferrer sugiere un nuevo modelo, basado en la existencia de un signario ibérico intermedio desconocido (op.cit.: 975-976). Esta última teoría trata de explicar por qué existe una diferencia entre los signarios meridional y levantino. La escritura madre de los dos sistemas ibéricos, denominada «escritura paleohispánica original» podría no haber sido descubierta aún o podría ser alguno de los textos de difícil interpretación que se encuentran sobre todo en el sur peninsular. La escritura paleohispánica original habría sido creada para el idioma tartésico o turdetano, para después ser adaptado al idioma ibérico de manera gradual, adaptándose a las necesidades de dos dialectos ibéricos distintos y asumiendo así las diferencias que pueden apreciarse entre el ibérico meridional y septentrional. La adaptación del signario original de manera independiente ayudaría a explicar por qué el signario levantino, aunque más alejado del foco donde se generaría el primer sistema de escritura, tiene una cronología más antigua. Sin embargo, esta teoría carece de una comprobación práctica, igual que las otras.
Referencias y bibliografía:
Palaeohispanica. Revista sobre lenguas y culturas de la Hispania Antigua, 20, vol. I-II. 2020. Zaragoza: Institución Fernando el Católico.
FERRER, J. y MONCUNILL, N. (2019): «Writing systems» en SINNER, A. G. y VELAZA, J. (eds.): Palaeohispanic lenguages and epigraphies. Oxford University Press. pp.78-108.
FERRER, J. (2020): «Las escrituras epicóricas de la Península Ibérica», Palaeohispanica 20. pp. 969-1016.
MONCUNILL, N. y VELAZA, J. (2016): Ibérico. Lengua, escritura, epigrafía. Aelaw Booklet, 3. Zaragoza: Prensas de la Universidad de Zaragoza.
– (2020): «Ibérico», Palaeohispanica 20. pp. 591-629.
SINNER, A.G. y VELAZA, J. (2019): Palaeohispanic lenguages and epigraphies. Nueva York: Oxford University Press.