Por Jesús M. de la Cruz
El oppidum ibérico de Alarcos se sitúa a escasos 8 kilómetros al oeste de Ciudad Real Capital, situado sobre el cerro del mismo nombre, cuyos pies se bañan en aguas del río Guadiana. En este lugar ocurrió la célebre batalla de Alarcos entre los almohades y el ejército castellano de Alfonso VIII en una calurosa mañana de julio de 1195. Nada se conocía del oppidum ibérico que descansaba bajo la fortaleza medieval hasta que en 1984 comenzó un proyecto de rehabilitación de las ruinas del castillo y se descubrió la amplia cronología del lugar. Las excavaciones han proseguido desde entonces, motivadas por la importancia histórica del lugar y por su declaración como Parque Arqueológico de Ciudad Real. Actualmente las excavaciones están a cargo de María del Rosario García, Francisco Javier Morales y David Rodríguez, de la Universidad de Castilla La Mancha.
Junto con el Cerro de las Cabezas, situado muy cerca de Valdepeñas, los hallazgos que se están realizando en Alarcos están demostrando que éste oppidum es uno de los más importantes de Ciudad Real y que en la Edad Antigua fue una ciudad de gran importancia para los oretanos, el pueblo que habitó en ambos lados de Sierra Morena y que fue uno de los más importantes de la cultura ibérica. Posiblemente corresponda a la ciudad ibera de Larcurris, citada por Ptolomeo como una de las catorce que formaban la Oretania.
El oppidum de Alarcos se extendió por toda la superficie del cerro, cubriendo unas 33 hectáreas de terreno. El cerro fue primeramente habitado por las comunidades del Bronce manchego, que evolucionarían en los que hoy conocemos como iberos, desde el siglo IX y VIII a.C., llegando a su momento de esplendor entre los siglos V a.C. y III a.C. Después, los sustanciales cambios ocurridos en el mundo ibérico tras su contacto con Cartago y Roma llevarán a este oppidum a un paulatino abandono, hasta quedar desierto tras las reformas administrativas llevadas a cabo por los romanos, en torno a los siglos II y I a.C.
Entre los elementos que más han llamado la atención de este oppidum está su claro trazado urbano, llevado a cabo con la creación de terrazas que permitieran salvar el desnivel de las laderas y permitiera trazar calles que recorren el cerro a lo largo. También se ha encontrado la existencia de un santuario urbano situado en la ladera sur, en el que se han encontrado abundantes restos de cerámica y medio centenar de exvotos de bronce, muestra de las ofrendas realizadas por los fieles que acudían al templo para favorecer que la divinidad intercediera por ellos.
Entre todos estos descubrimientos destaca el hallazgo de tres necrópolis de cronología diversa. Alarcos I es el cementerio más antiguo, datado entre los siglos VII a VI a.C. Se ubicaba en la ladera suroriental, cerca de la actual ermita, y fue descubierto en las primeras excavaciones del yacimiento. En el siglo V a.C. el cementerio fue amortizado y el poblado ibero creció encima de él.
Otra necrópolis, Alarcos II, se sitúa al noroeste del cerro, junto a la orilla del río. Fue excavada en tres campañas entre los años 2013 y 2015. Su cronología abarca desde finales del s.VI a.C. hasta el s. IV a.C. En ella se han encontrado 25 tumbas, de las cuales al menos tres pertenecieron a grandes príncipes del oppidum, a juzgar por la riqueza de los ajuares y los sacrificios funerarios realizados en su honor. La llamada Tumba 1 destaca por su grandiosidad, formada por un túmulo en forma de estrado de 3 metros de lado, con dos escalones de sillares regulares de piedra caliza que cubrían el espacio donde se enterró la urna con las cenizas del difunto y su ajuar. Sin embargo, el túmulo se ha encontrado vacío, por lo que los investigadores suponen que debió ser saqueado ya en la antigüedad para hacerse con sus riquezas. Pese a carecer de restos, el túmulo destaca por encima de los demás, ya que el trabajo de cantería realizado en la construcción no tiene comparación con las otras dos tumbas más ricas encontradas, cuyos túmulos, también escalonados, estaban hechos de cantos rodados trabados. Todos estos datos llevan a la conclusión de que posiblemente el personaje allí enterrado fuera el más poderoso e importante de esa necrópolis.
La necrópolis de Alarcos II, se sitúa en la parte sur del cerro, junto a la orilla del río, y es posiblemente la mejor conservada. Se conoce desde 1977 por haberse hallado en el lugar diferentes esculturas de piedra de ciervos, leones y esfinges que formaban parte de distintos monumentos funerarios, pero ha sido la última en ser excavada, ya que hasta hace poco su ubicación era desconocida. Esta necrópolis está formada por más de 100 enterramientos de diferentes tipologías, con una cronología entre el siglo IV y el I a.C., por lo que debió ser la última en ser utilizada. Este lugar ha dado por ahora la sorpresa más grande de todas, y recientemente podemos leer en un artículo de El País cómo junto a una de las tumbas se han encontrado 20 cráneos humanos, un ritual desconocido hasta ahora en el mundo ibérico.
Los cráneos humanos fueron depositados cubriendo un enterramiento formado por una urna con los restos del difunto depositada junto a una cista de piedras. Los arqueólogos indican que aún es pronto para saber si entre ambos conjuntos, el montón de cabezas y el enterramiento de cremación, existe relación, pero el caso y sus implicaciones son por ahora únicos en el mundo funerario ibérico e invitan a hacer volar la imaginación. Los arqueólogos juegan con la idea de que los guerreros enterrados en esta necrópolis tuvieran relación con la batalla de Heliké, en la cual el rey oretano Orissón derrotó al general cartaginés Amílcar Barca, padre del célebre Aníbal, que resultó muerto en el conflicto.
El hallazgo de las cabezas cortadas ha llevado a realizar un análisis de ADN por los especialistas Carlos Lalueza-Fox e Íñigo Olalde, de la Universidad de Harvard. Su propósito es poder conocer a quién pertenecieron estos cráneos, si a guerreros iberos o a cautivos cartagineses. Los resultados aún no han salido a la luz.
En el mundo ibérico el culto a las cabezas cortadas se conoce especialmente entre los pueblos del norte. En la ciudad de Ullastret, perteneciente a los Indiketes, se han documentado hasta cuarenta cráneos humanos expuestos clavados en muros y puertas o bien depositados en silos y cisternas. En un gran edificio que debió ser un palacio de una familia aristocrática se encontraron numerosos restos de cráneos humanos estropeados por haber sido expuestos en la intemperie, así como diferentes armas que debieron acompañar la exposición de las cabezas cortadas. Esta costumbre de mostrar públicamente las armas y restos de los enemigos es una costumbre que encontramos también al sur de la Galia. En el oppidum galo de Le Cayla de Mailhac, en la región de Aude, se expuso junto a las murallas, un conjunto de trofeos con las armas y cráneos de un ejército enemigo por los guerreros del oppidum. Estas armas y restos humanos fueron expuestos sobre postes situados en el foso de la fortificación, junto a la puerta de entrada, con la clara intención de hacerlos ver ante todos aquellos que llegaban al lugar.
Más allá de estos lugares, no se conoce específicamente que esta tradición de las cabezas cortadas se extendiera por todo el ámbito ibérico. El hallazgo de este cúmulo de cabezas cortadas en Alarcos arroja nueva luz sobre las costumbres guerreras de los iberos, y el futuro resultado de los análisis de ADN de los cráneos permitirá completar un poco mejor el enigma que se abre ante nosotros.
Bibliografía:
Bertaud, A. (2015): «Glorie immortelle de nos aïeux’. Les armes des ancetres dans les agglomerations du sud-ouest europeen al a fin de l’age du fer: les exemples de Raso de Candeleda et Le Cayla de Mailhac». Gladius, XXXV. pp. 21-34.
Desperta Ferro (consultado 12 de septiembre de 2022): «Las cabezas cortadas de Ullastret». Acceso: https://www.despertaferro-ediciones.com/2015/cabezas-cortadas-ullastret/
El País (2019): «Hallada la tumba de un príncipe y 24 aristócratas guerreros íberos en Ciudad Real». Consultado 12 de septiembre de 2022.
Acceso: https://elpais.com/cultura/2019/07/29/actualidad/1564398956_890765.html
El País (2022): «El enigma de las 20 cabezas cortadas de una necrópolis íbera en Ciudad Real». Consultado 12 de septiembre de 2022.
Fernández Rodríguez, Macarena (2014): Alarcos en Época Ibérica: poblamiento, economía y sociedad. Alarcos y su contexto histórico. IX Jornadas de Historia Local «Biblioteca Oretana». Ediciones C&G. pp. 45-113.
García, M. R., Morales, F. J. y Rodríguez, D. (2018): De la muerte a la eternidad: la necrópolis ibérica de Alarcos (Ciudad Real). Síntesis.