¿Eran mestizos asiáticos los pobladores de El Argar?

por El Profesor

En el tercer milenio antes de nuestra era tuvo lugar una transformación importante entre los pueblos de la Edad del Bronce en Europa con la llegada de una nueva población que se asentó en el sur de Iberia, un rastro genético que coincide con el surgimiento de la cultura de El Argar.

Muchos estudios genéticos, como el que ya se analizó en este blog, coinciden en señalar que la Edad del Bronce fue un período de importantes cambios sociales, políticos y genéticos entre las poblaciones de Europa. En la Península Ibérica, la población experimentó un gran crecimiento durante el Calcolítico, provocando importantes cambios culturales, con la aparición de nuevos asentamientos fortificados, como los reconocibles en la cultura de Los Millares en Almería, así como grandes monumentos funerarios de tipo megalítico, como los encontrados en el yacimiento de Montelirio o de Valencina de la Concepción, en Sevilla.

La cultura de El Argar parece ser el cúlmen de estos cambios, y destaca por su amplio desarrollo político, con una aristocracia que dirigían una sociedad muy jerarquizada, con importantes yacimientos fortificados y el uso de ajuares muy ricos que expresaban el poder de sus líderes. Un nuevo estudio genético realizado por investigadores de la Sociedad Max Planck de investigación junto con la Universidat Autònoma de Barcelona, ha ofrecido una nueva perspectiva para explicar el crecimiento demográfico y la aparición de la cultura de El Argar, analizando el genoma de 136 cuerpos entre el 3.000 y el 1.500 a.C. Esta investigación ha llegado a la conclusión de que la aparición de El Argar coincide con el cambio genético de las gentes que habitaban el Sureste peninsular, producido por la llegada de pueblos de las estepas de Eurasia, que convivieron a la vez con otras gentes llegadas del Mediterráneo.

Este período destaca también por un incremento en los intercambios comerciales y de gentes, que llegaron a recorrer distancias mucho más grandes de las que hoy en día podemos sospechar. Marfiles de África, cobre de Gran Bretaña, ámbar de Sicilia, se encuentran en los yacimientos de la primera Edad de los Metales en la Iberia meridional… ¿y con estos materiales no llegaron gentes? El crecimiento de población en esta época ha sido entendido como un desarrollo de las poblaciones neolíticas autóctonas, pero el nuevo estudio arroja datos para afirmar que gentes cuyos ancestros procedían directamente de las estepas se mezclaron con las gentes que habitaban la región del Guadalquivir y aledaños. El cambio en el ADN en muchas de las gentes posteriores al 2.200 a.C. muestra una herencia mayoritaria de un grupo genético llegado de muy lejos, un hecho observado a través de la frecuencia de los haplogrupos de cromosoma Y entre los individuos masculinos, una identidad genética inexistente antes del 2.400 a.C.

¿Este grupo genético de las estepas sustituyó a la población local?

Este mapa refleja los lugares de origen de los individuos estudiados para el estudio de ADN, junto con el origen de su estirpe, identificada con una cultura arqueológica. CA: calcolítico. BA: edad del Bronce. LBA: edad del bronce balear. Fuente: bibliografía.

El estudio realizado remarca la importancia que tiene el estudio genético de las poblaciones peninsulares a nivel regional para entender mejor los movimientos a gran escala de grupos de población. Las conclusiones muestran que el cambio no fue automático, si no gradual, fruto de la mezcla entre poblaciones en un período de varias generaciones. El cambio genético originado por la llegada de los nuevos pobladores se inició aproximadamente a partir del 2.400 a.C. y fue un proceso que se alargó al menos durante 300 años. Para el 2.100 a.C., todos los individuos estudiados, desde Portugal hasta Murcia, muestran una herencia genética de antepasados de las estepas, unos pueblos que pueden ponerse en relación con la cultura del Vaso Campaniforme.

Sin embargo, esta aportación no es única. Entre las gentes argáricas se aprecia una contribución genética doble, compartida entre las gentes del Campaniforme como parte fundamental, pero también con ancestros procedentes de las regiones del centro del Mediterráneo, cuyos ancestros más remotos procederían de las mesetas iranias. Que esta segunda herencia genética se perciba solo en El Argar requiere mayores explicaciones, aunque es un hecho que se percibe en otros grupos pertenecientes a las culturas del Calcolítico y del Bronce mediterráneos. Por ello los investigadores postulan tres posibles orígenes: que sea un vestigio de los antepasados indígenas neolíticos, o bien que se produjera por la llegada de grupos procedentes del Mediterráneo central, principalmente de Sicilia o Cerdeña, o que fueran originarios del Norte de África.

El análisis de ADN permite conocer que estas gentes que formaron parte de la cultura argárica eran individuos capaces de digerir la lactosa y el alcohol y de metabolizar ácidos grasos. También sufrían cierta predisposición a ser celíacos, pero eran resistentes a las enfermedades infecciosas. Otro dato que se ha podido analizar es que entre las poblaciones de El Argar no se encuentra una preponderancia de la herencia masculina entre los ancestros procedentes de las estepas. Esto parece indicar que el ascendente familiar de hombres y mujeres estaba equilibrado en ambos sexos, por lo que la mezcla genética los pobladores extranjeros se realizó de manera general o arbitraria, sin una selección específica de matrimonios o de individuos capaces de crear un linaje, frente a otros que no pudieran hacerlo.

Aunque se percibe una herencia ancestral equilibrada, resulta muy curioso el descubrimiento que demuestra que entre las mujeres argáricas analizadas no se perciben relaciones ni de primer ni de segundo grado, mientras que todas las relaciones de primer grado analizadas entre individuos adultos involucran al menos a un hombre. La tendencia muestra que los hombres estaban, de media, más relacionados con otros individuos de un mismo lugar que las mujeres. Esto parece indicar que, a nivel local, los fundadores de linajes familiares eran los hombres, o que al menos estos tenían una capacidad para reproducirse y generar descendencia más alta que las mujeres. Esto significa que en El Argar pudo existir una costumbre tendente a mantener a los hombres en sus lugares de nacimiento, donde contaban con familiares cercanos, mientras que las mujeres eran casadas con hombres de otros grupos alejados de su núcleo familiar. Comparar estos datos con la arqueología material, que parece indicar una predominancia de la mujer en los grupos de poder, puede llevar a conclusiones muy interesantes sobre la sociedad argárica.

En su conjunto, los investigadores proponen que la población de El Argar fue formada por una mezcla genética. Por un lado, con grupos llegados desde el norte de Iberia que ya portaban en sus genes la herencia de antepasados de las estepas, tal vez relacionados con la cultura del Vaso Campaniforme, que muestran una predominancia de cromosoma Y. Por otro lado, grupos con antepasados indígenas del Calcolítico del sureste de Iberia, que se diferenciaban de otros pobladores oriundos de la Península por la existencia de unos antepasados procedentes del Mediterráneo oriental, o más allá. Además, estos grupos de El Argar también poseyeron, de forma excepcional frente a otros pobladores peninsulares, antepasados originarios de grupos humanos pertenecientes al fenómeno cultural del Bronce Mediterráneo.

Bibliografía:

VV.AA. (2021): «Genomic transformation and social organization during the Copper Age-Bronze Age transition in southern Iberia», Science Advances, vol. 7, no. 47. Versión online. Consulta 19-XI-2021. https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.abi7038

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