Humanos como víctimas rituales

por El Profesor

La arqueóloga Miranda Green es conocida por sus estudios centrados en la religión celta, su iconografía y simbolismo.

En el artículo «Humans as ritual victims in the later prehistory of western Europe», la investigadora realiza un análisis muy significativo, en forma de compendio general, para conocer los rituales que involucraban el sacrificio de seres humanos en la Europa de la Edad del Hierro, centrándose en los pueblos celtas y germanos.

Al artículo comienza nombrando someramente las posturas historiográficas enfrentadas que han tratado de explicar el concepto propio de “sacrificio”, pero parece decantarse por la interpretación sugerida por el arqueólogo Richard Bradley. Se establece una diferencia entre el sacrificio de un ser humano o animal y el de un objeto inanimado, y se entiende que el acto de sacrificio busca respuesta desde el Más Allá, de manera que la muerte o destrucción de un ser vivo u objeto significa su regeneración o resurrección en el Más Allá.

La primera parte del trabajo explica las características que conforman el ritual y el simbolismo de un sacrificio. Éstas son: ofrecimiento y separación, valor del ofrecimiento y la violencia aplicada durante el rito. Vamos a analizarlos uno a uno.

El hombre de Tollund fue encontrado en Dinamarca en una turbera en los años 50. Su fama procede al ser uno de los primeros descubrimientos de los después llamados «cuerpos de las turberas», o bog bodies, que fueron muy comunes en la Edad del Hierro atlántica. Este individuo fue ahorcado con una cuerda, que aún pendía de su cuello, para después ser depositado en un pantano poco profundo. El significado religioso de estos rituales es muy profundo, dentro del sistema de creencias de los pueblos germánicos y también celtas. Fuente: National Geographic.

Características de un sacrificio

El ofrecimiento y la separación son los pilares básicos de cualquier ritual. Se ofrece a la divinidad con el objetivo de recibir algo a cambio, como gesto de apaciguamiento o como forma de gratitud. La separación es condición para que el ofrecimiento ocurra: es necesario que el objeto ofrecido sea eliminado del mundo real, metafórica o físicamente. De esta forma, el elemento ofrecido se convierte en algo sagrado: deja de formar parte del mundo humano y pasa al mundo de lo divino, actuando de puente entre ambos.

El valor que se da al objeto a sacrificar es una parte fundamental del propio ritual. Cuanto mayor sea el coste o esfuerzo que le supone a un individuo o colectivo aquello que ofrece a la divinidad, o la carga simbólica que guarda ese ofrecimiento, mayor es el valor del acto ritual.

La violencia es un acto importante en el ofrecimiento: matar, destruir o poner fuera de la circulación o imposibilitar el uso de un objeto son actos semejantes. Cuando se trata de seres vivos, la violencia es necesaria para garantizar una transición rápida desde la vida, que representa el mundo profano, hacia la muerte, que conduce al mundo sagrado.

La muerte ritual no puede realizarse de cualquier manera. En Grecia, la violencia era considerada negativa en un ritual de sacrificio. Entre galos, britanos o germanos existía otro concepto por el cual la violencia podía generar una fuerza o energía especial en el acto sacrificial, potenciando su acto de regeneración, de prosperidad u otra manera de potenciar el acto simbólico. En la ejecución de algunas víctimas u objetos se puede observar una violencia innecesaria e incluso salvaje, ejercida de forma deliberada. Este fenómeno puede relacionarse con el concepto indoeuropeo de la Triple Muerte, un acto simbólico y mágico por el cual un individuo muere tres veces o de tres maneras diferentes.

La profusión de sangre es otro elemento importante del ritual. La sangre representa el límite entre la vida y la muerte y supone la catarsis del sacrificio. Curiosamente para nuestra sensibilidad actual, en la mentalidad de la Antigüedad la sangre también representa la pureza, en tanto que la sangre derramada fertiliza el suelo en que cae. La autora recoge la cita de Estrabón (VII, 2, 3) en la que dice que los Cimbrios sacrificaban sus víctimas cortando sus cuellos y recogiendo la sangre en calderos, tal vez para luego salpicarla en altares o derramarla en la tierra con plegarias e invocaciones.

En caso de un animal, la carne del animal sacrificado puede ser cortada y consumida por los asistentes a la ceremonia, invitando a la divinidad a participar. Resulta interesante como la autora no descarta que algunas víctimas humana pudieran ser objeto de canibalismo ritual. Por último, cabe destacar cómo la elección de una víctima humana o animal puede depender de cómo sea percibida la divinidad a la que es dirigida, actuando el sacrificio como alimento de los dioses o como igual en su forma.

¿Quiénes podían ser las víctimas elegidas para el sacrificio? Por un lado, las víctimas podrían ser especialmente personas marginales para la comunidad, con algún defecto físico o mental. César (Bello Gallico VI, 16) afirma que los criminales o ladrones eran los preferidos para el sacrificio, por ser individuos marginales de la sociedad o porque pudiera pensarse que en ellos habitaban espíritus dañinos.

Los prisioneros de guerra también eran buenos candidatos para el sacrificio. Su estatus como ajenos a la comunidad o sus enemigos podía ser muy relevante para su destino. Los sacrificantes podían utilizarlos como chivos expiatorios, limpiando su territorio a través de la muerte ritual de aquellos extraños. Sin embargo, habría que tener cuidado entre el ceremonial que acompaña la muerte de prisioneros de guerra con un sacrificio humano propiamente dicho.

Los sacrificios podían ser tanto de objetos inanimados como de seres vivos. El valor del elemento sacrificado mostraba la importancia de aquello que se esperaba a cambio por parte de la divinidad a la que eran ofrecidos. Bajo esta condición, no todos los rituales que incluyen víctimas humanas deben ser entendidas como sacrificios humanos. Autor: Peter Connolly.

Tipos de sacrificios humanos

La segunda parte del artículo se dedica a estudiar los diferentes tipos de sacrificios humanos que pueden haberse llevado a cabo entre los pueblos de la Europa del Hierro, ofreciendo ejemplos arqueológicos o referencias clásicas por cada uno de ellos. La autora distingue cinco grandes tipos de sacrificios humanos: los realizados por fuego, los realizados por ahogamiento, estrangulación o enterrados vivos, los casos de chivos expiatorios, sacrificios de seguidores y sacrificios de niños.

Sacrificios de fuego

Tanto César como Estrabón hablan del hombre de mimbre, una estructura donde prisioneros y animales eran encerrados para morir quemados. Como al morir las esencias de estas ofrendas suben al cielo con el humo, este tipo de sacrificio se relaciona con el dios celeste Taranis, del trueno y de las tormentas. Por otro lado, César habla de ello como un rito de apaciguamiento. Puede que los sacerdotes eligieran este tipo de sacrificio por su valor simbólico, conectado con la expiación o purificación. Este tipo de muerte especialmente cruel podría guardar también un importante valor para garantizar la eficacia del ofrecimiento.

Ritos de Sangre

Muchos autores hacen referencia a ritos de sangre que suponían la muerte de una víctima humana. Este sacrifico solía entenderse como una forma de adivinación, así como un ofrecimiento a los dioses. La muerte podía realizarse de formas muy diversas, entre ellas estrangulado, apuñalado o degollado.

Muertes por ahogamiento, estrangulación o enterrados vivos

El ahogamiento de una víctima puede relacionarse directamente con el ofrecimiento a un dios acuático, considerando el elemento acuático como un espacio límite entre la vida terrenal y el otro mundo. Varios cuerpos entregados a las aguas o un pantano exhiben símbolos de haber sido asfixiados o ahorcados con una cuerda o garrote, o degollados. Atar o poner peso en víctimas humanas de una muerte violenta pueden ser otro ejemplo de sacrificio, atándolos con mimbres o cuerdas o depositando grandes piedras sobre ellos para ahogarlos. La autora destaca el simbolismo del avellano en estos sacrificios humanos encontrados en Bretaña: se han encontrado cuerpos con collares de avellano, ranas o avellanas. El simbolismo del agua, el avellano y el depósito ritual de víctimas humanas es muy sugerente, dado que se relacionan con el mito celta del Salmón de la Sabiduría.

Un caso común es el de los enterramientos en pozos rituales. Los pozos rituales con ofrecimientos sacrificiales son muy comunes en todo el mundo indoeuropeo, desde las Islas Británicas hasta los Balcanes. Estos pozos podían ser graneros, y las víctimas entregadas como parte de un ritual relacionado con la fertilidad y la protección del grano depositado.

Otro caso es el del enterramiento en vida, que puede percibirse al descubrir cuerpos en posiciones extrañas o sujetados con estacas al suelo. Este tipo de rituales trae a la mente el famoso caso de la muerte de las vestales romanas y de los cautivos griegos y galos en la Roma republicana, un caso muy conocido estudiado por otros autores como Celia Schultz (2010; 2012; 2016)). Sin embargo, es difícil saber si en el mundo atlántico estos casos son castigos o rituales.

En otros casos se percibe la exposición de una cabeza y su descarnación. La limpieza de una cabeza puede formar parte del ritual, como preparación para el enterramiento y facilitar el acceso al más allá, o para preparar su exposición pública. El fenómeno de las cabezas cortadas en el mundo céltico es un tópico estudiado de manera prolija.

Chivos expiatorios

El chivo expiatorio es un animal sobre el que se depositaban los males de la comunidad y era expulsado de la misma. Esta víctima actuaba como purificadora de la comunidad. En el mundo celta, esta costumbre queda reflejada por un fragmento de Petronio, que dice que la población de Massalia, cuando había una enfermedad, elegían a un pobre, recibía grandes atenciones durante un año para luego ser ahogado en el mar.

Sacrificios de seguidores

El sacrificio de individuos en el funeral de una personalidad importante es común en toda la Antigüedad. La existencia de enterramientos anejos a un sepulcro principal puede entenderse como el ofrecimiento de seguidores, pero no obligatoriamente en el momento de la muerte del personaje. En Irlanda, durante la Edad del Hierro, el cementerio de Carrowjames, en el Condado de Mayo, muestra a adultos enterrados con niños de entre 5 a 9 años, tal vez pajes o ayudantes en la otra vida.

Sacrificios de niños

El último aspecto analizado es el sacrificio de niños. Este tipo de sacrificio puede considerarse el último recurso, ya que supone eliminar el futuro de una sociedad. Por tanto, el ofrecimiento de un niño implica una gran expectativa de retorno o una retribución especial, asociadas tal vez a una catástrofe, o para apaciguar a un espíritu especialmente poderoso o destructivo. La autora reclama cautela en este aspecto, para no confundir sacrificios rituales con la práctica de infanticidio o con casos de muerte natural.

El entierro de niños en templos parece ser un acto recurrente entre los britanos. En el templo de Springhead, en Kent, se han encontrado enterramientos rituales de niños en el basamento de los postes del templo. Se trata de sacrificios de fundación. También se han encontrado en otros edificios, como almacenes y silos. Estos enterramientos rituales de fundación pueden relacionarse con rituales de fertilidad o ser asociados con el simbolismo de la duración y la longevidad.

Como conclusión, el artículo permite reconocer los casos de sacrificios humanos como parte del ámbito ritual entre las sociedades antiguas. En ese sentido, la autora propone ser cautos a la hora de asignar el valor de sacrificio humano a un hallazgo determinado, a la vez que sugiere también tratar con cuidado las referencias de autores clásicos sobre este asunto, dado de muchos de ellos utilizaron ese argumento como forma de propaganda. Por último, hace una valoración sobre el significado del sacrificio humano en las sociedades antiguas, dado que para nuestra mentalidad es algo condenable, pero posee un sentido relevante en las sociedades antiguas.

Referencias y obras citadas en el artículo:

Green, M. (1998): “Humans as ritual victims in the later prehistory of western Europe”, Oxford Journal of Archaelogy, 17 (2), pp. 169-189.

Schultz, C. (2010): “The Romans and Ritual Murder”, Journal of the American Academy of Religion,78 (2), pp. 516-541.

Schultz, C. (2012): “On the burial of Unchaste Vestal Virgins” en Bradley, M. (ed.) Rome, Pollution and Propriety. Dirt, Disease and Hygiene in the Eternal City from Antiquity to Modernity, Cambridge University Press, pp. 122-135.

Schultz, C. (2016): “Roman sacrifice, Inside and Out”, Journal of Roman Studies, 106, pp. 58-76.

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