por El Profesor
Existen pruebas en la epigrafía ibera de un extraño nombre que se repite en diferentes espacios y lugares. Es una palabra sola, cuyo significado no parece ser el de un sustantivo común o de un verbo, si no que ha sido interpretado como el de una divinidad. Se trata del nombre Kaukor, que puede encontrarse con mínimas variantes ortográficas en tres lugares diferentes, todos pertenecientes al antiguo territorio ibero de la Edetania. Un primer lugar es el oppidum de Sant Miquel de Llíria, la antigua Edeta ibera, cerca de Valencia (Vizcaíno, 2015: 73-74 y lam. 6). En este yacimiento se han catalogado tres cerámicas con pinturas en las que puede reconocerse este epíteto, entre las que destaca el llamado Vaso de los Letreros. El segundo lugar es el Abrigo del Tarragón, en la Serranía del Turia, un espacio donde se han encontrado dos grafitos que hacen referencia al dios (Ferrer, 2018). También existen tres inscripciones en otro santuario rupestre saguntino, en este caso el santuario ibero-romano de Muntanya Frontera (Civera, 2014-15; Velaza, 2008: 301-302).
Hay dos características que definen la aparición de este teónimo en las inscripciones iberas: la primera, que tanto en la cerámica de Llíria como en los grafitos rupestres el nombre aparece como un monograma en forma de rueda, con los trazos verticales de las letras formando aspas en torno a un eje central. La segunda, que aunque hay variaciones ortográficas en el término, en todos los casos se mantiene la constante ka-ko- y el sonido /r/.
Una parte importante del conjunto de inscripciones votivas con el nombre Kaukor pertenecen a restos encontrados en el santuario santuario ibero-romano de Muntanya Frontera. Situado en la cima de un enorme peñón rocoso cercano a Sagunto, dominando la Plana Baja al sur de Castellón, en una región fronteriza entre las actuales comunidades de Castellón y de Valencia. El emplazamiento posee una panorámica envidiable del entorno, viendo todo en rededor desde el mar hasta las abruptas cordilleras de la Sierra de Espadán. El lugar es conocido desde finales del s.XIX, y ha proporcionado numerosos vestigios epigráficos (Aranegui et alii: 456). El santuario estuvo en uso desde el siglo IV a.C. al siglo II d.C., centrándose las inscripciones en lengua ibera en torno a los siglos II y I a.C. (Civera, 2014-15: 153, 158). El santuario estaba dedicado a una divinidad ibera fecundadora de los campos, la cual fue asimilada a Liber Pater, un dios latino relacionado con Baco (op.cit.: 153-154). La incomparable localización del lugar, en medio entre el cielo y la tierra, dan pie a comprender el carácter del dios al que estaba consagrado el lugar.
Las tres inscripciones se conservan hoy en los depósitos del Museo de Sagunto. En ellas se puede leer [-]kauko en un ara de piedra caliza, ]kaukor[ en una lámina de bronce, y ]ultibaisertekaukor[ en una cerámica ibérica (Velaza, 2008: 301-302). La inscripción ibera en el ara de piedra caliza figura en una de las caras, mientras que en su cara contraria se lee una inscripción latina muy fragmentada, en la que se distinguen las palabras [L]IBERO ATILI- (op.cit.: 301), una forma de inscripción votiva muy similar a otras encontradas por la Península Ibérica dedicadas a la divinidad Liber Pater con quien se relacionó el dios ibero (Santapau, 2005: 124-126).
El Vaso de los Letreros de Sant Miquel de Llíria es sin lugar a dudas uno de los vestigios de escritura ibérica más extensos e interesantes que se conservan, aunque su interpretación y significado está muy lejos de ser explicado. Entre dos de los jinetes representados en el vaso se ve claramente el monograma de Kaukor, con una similitud sorprendente a las inscripciones rupestres del Abrigo del Tarragón. Este monograma refleja la existencia de un simbolismo oculto en la escritura del nombre, cuyo sentido permanece sin descifrar. Fuente de la imagen: Ferrer, 2018.
Otras inscripciones relacionadas con esta divinidad, ajenas al soporte epigráfico convencional de aras o esculturas propias de un santuario, fueron encontradas en un lugar con características de emplazamiento similares a las del santuario saguntino. Se trata del abrigo de Tarragón, situado en el término municipal de Losa del Obispo, al norte de la provincia de Valencia. El abrigo se encuentra casi en la cima de pura roca en la cara oriental de la Sierra de Tarragón, levantándose abruptamente sobre el valle del riachuelo de Tarragón, que nace prácticamente a sus pies.
Las inscripciones ibéricas en este abrigo fueron descubiertas a finales de los años 70, lo que permitió interpretarlo de forma genérica como un lugar de culto ibérico (Silgo y Martínez, 2012). El abrigo recoge una serie de inscripciones de épocas diferentes grabadas en la roca, en número de hasta 21, incluyendo algunas medievales y también contemporáneas (Ferrer, 2018: 223-224). Entre las que corresponden a época ibérica, además de las dos inscripciones dedicadas a Kaukor, en otras ocho inscripciones se repite otro texto: urdal, con alguna variación ortográfica entre ellas (op.cit.: 232 ss), que acaso pudiera ser el nombre de otra divinidad. El conjunto de inscripciones iberas podrían fecharse entre los siglos IV y III a.C. (Ferrer, 2018: 252).
Las dos escrituras que hacen referencia al dios Kaukor se encuentran próximas entre sí, cerca de la entrada del abrigo, en la pared derecha (Ferrer, 2018: fig. 3). Las inscripciones se realizaron a una distancia aproximada de un metro del suelo, lo que indica que su autor las escribió agachado o arrodillado (op. cit.: 230). Las dos inscripciones han sido clasificadas por Ferrer como Tarragón 12 y Tarragón 13.
Tarragón 12 (Ferrer, 2018: 238-240) consta de 9 radios, al final de cada cual se ubica el signo de una letra del alfabeto ibero. La inscripción completa permite una lectura kaurgoberole, aunque no queda claro cuál sería el punto de origen real de la inscripción.
Tarragón 13 (Ferrer, 2018: 241-244) consta de 8 signos. Esta inscripción resulta un tanto más dificultosa de leer que Tarragón 12, por encontrarse en un espacio donde la fragmentación de la roca ha deteriorado alguno de los signos. Esta segunda inscripción muestra un hecho curioso: aunque hay 8 signos de escritura, la figura tiene también nueve radios. En el signo de lectura be la letra se superpone a uno de los radios, al que no le corresponde ningún signo. Parece que la persona que realizó al inscripción trazó primero los radios y luego, al darse cuenta del error de haber trazado un radio de más, quiso subsanarlo ignorando el radio sobrante (op.cit.: 243-244). Aunque en esta inscripción tampoco es seguro el punto de partida de la lectura, la inscripción concreta permite la lectura kaugoberole, diferenciándose de Tarragón 12 únicamente en una r, una variante ortográfica menor en el conjunto del texto, que podría coincidir con el noveno radio que por alguna razón el escriba no supo o no quiso incluir en su advocación al dios.
A diferencia de las inscripciones fragmentadas encontradas en Muntanya, en las inscripciones radiales del Abrigo del Tarragón puede distinguirse la lectura de dos palabras, kaurgo/kauko y berole (Ferrer, 2018: 247). En las inscripciones cerámicas de Llíria que pueden verse en el llamado Vaso de los Letreros aparece dibujada una inscripción radial idéntica en su forma y estructura a los del abrigo, en la que a su vez puede leerse karko y elole (Vizcaíno, 2105: lám. 6; Ferrer, 2018: 247). Las diferencias en la escritura del nombre son explicadas por Jesús Rodríguez (2020: 271) por la posible transmisión oral de una fórmula repetitiva de advocación o una frase hecha con carácter invocatorio o ritual, transcrita en la forma de escritura radial, o bien por ser términos que proceden de un préstamo lingüístico o una onomatopeya.
Salvando las diferencias ortográficas, es notable que las tres inscripciones quieren explicar las mismas palabras, Kaukor y berole/elole podría ser una inscripción dedicatoria al dios Kaukor, similar a la fórmula ibérica neitin iunstir (Orduña 2009: 505 ss), con un posible sentido de dedicación o saludo a la divinidad (op.cit.: 507). La conexión entre Kaukor y el Liber Pater del santuario de Muntanya Frontera parece residir en el lugar de los santuarios, enclavados a cierta altura y en zonas de montaña. Estos espacios se relacionan simbólicamente con el cielo, lugar de residencia de este dios fecundador, dador de la salud, y en ese sentido, protector de los campos. La formulación de Kaukor en forma radial resulta más antigua que sus denominaciones en tiempos de la romanización, en la que el culto al dios ibero ya había sido influido por la interpretación romana. Es por ello que la advocación «Kaukor berole» parece ser la original, y por su estructura en forma de rueda puede significar una fórmula de invocación ritual preestablecida de una antigüedad que no puede concretarse.
Sobre qué tipo de divinidad sería este dios Kaukor, existen posturas diversas. Para Joan Ferrer (comentario personal) y Velaza (2008: 301) esta divinidad estaría asimilada en época romana al Liber Pater, aunque sería difícil concretar su carácter específico como dios ibero. Atendiendo a los rasgos del dios Liber, o «Padre Liber», éste es un dios agrícola y campesino, formando tríada con las Ceres y la diosa Libera: Liber y Libera serían hijos de Ceres. En su conjunto, estas divinidades eran protectoras de los huertos, patronas de la agricultura y de sus frutos (Bruhl, 1953), de donde se puede percibir el sentido general que tendría la divinidad ibérica, como una personificación de la fertilidad de la tierra y de su abundancia.
Jesús Rodríguez (2020: 270-271), ofrece la hipótesis de que Kaukor sería eminentemente un dios guerrero. Se basa para ello en la presencia de jinetes armados en el único caso conocido de representación plástica junto con el nombre del dios, en la cerámica del Vaso de los Letreros de Líria. En esos dibujos, la aparición del monograma podría indicar una invocación al dios con un grito de guerra. Esta oración podría ser utilizada para encomendarse a la divinidad tanto en un campo de batalla como en el transcurso de algún rito iniciático que comprendiera el ascenso de la montaña hasta el santuario rupestre del Abrigo del Tarragón.
Fuentes y bibliografía:
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BRUHL, A. (1953): Liber Pater: origine et expansion du culte dionysiaque à Rome et dans le monde romaine. Boccard: Paris.
CIVERA, M. (2014-15): «El santuari de la Muntanya Frontera de Sagunt (De Tu a Liber Pater)», Arse 48-49. pp. 151-172.
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ORDUÑA, 4. (2009): «De nuevo sobre el sufijo ibérico -te», Acta Palaeohispanica X, Palaeohispanica 9. pp. 501-514.
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– (2020): «Sobre la identificación de dioses íberos en las inscripciones», Gerión 38 (1). pp. 259-284.
SANTAPAU, M. C. (2005): «La impronta simbólica de Liber Pater en los rituales y el consumo de vino en Hispania romana. El caso de Segobriga«. Revista Murciana de Antropología, núm. 12. pp.109-132.
SILGO, L. y PERONA, J.V. (2012): «Inscripciones ibéricas rupestres del abrigo Tarragón (Villar del Arzobispo, Valencia)». ELEA 12. pp. 281-289
VELAZA, 2008: «Chronica Epigraphica Iberica VIII (2006)», Palaeohispanica 8. pp. 301-312.
VIZCAÍNO, A. (2015): «Productores, usuarios y usos de los vasos singulares del Tossal de Sant Miquel de Llíria (Valencia)», Verdolay nº14. pp. 67-88.