La indumentaria ibera

por NeoCartaginesa

¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde vienen las mantillas, peinetas, o incluso los complicados peinados de las falleras de Valencia? ¿Esos adornos suntuosos que llevan las mujeres a las corridas de toros? Por lo que parece, nada está inventado.

Tanto peinetas, como mantillas, como el mismísimo peinado de la princesa Leia en Star Wars tienen mucha similitud con la tipología material íbera, que, si bien presenta sus diferencias regionales, se da como sabéis, en territorio peninsular. ¿Observáis las referencias?

Podemos observar en la imagen de la princesa Leia, interpretada por Carrie Fisher, un peinado con dos rodetes a cada lado de la cabeza similares a los que encontramos en la Dama de Elche, la representación más famosa de la tipología material íbera. Fuente: apimagen.com

Tradicionalmente, las fuentes romanas, como Estrabón y Polibio nos presentan a los íberos como un grupo homogéneo, ensalzando la rudeza y carácter guerrero de estos pueblos. Sin embargo, señalaban la riqueza de sus vestimentas, comparadas con las prendas que usaban los cartagineses en las campañas de Aníbal en Italia. Tanto hombres como mujeres cuidaban sus cabellos y atuendos, aún más si se trataba de ceremonias religiosas, que, por los restos materiales de esta cultura, creemos muy importantes para ellos.

En este caso, voy a centrarme en particular en el caso femenino, puesto que es el más variado que encontramos en representaciones como exvotos, damas, terracotas, figurillas en piedra… Los bebés son muy poco representados, aunque sí hay representaciones juveniles. Niños y niñas llevaban el pelo trenzado largo, hasta que dejaban el peinado en época adulta (tengamos en cuenta que su esperanza de vida rondaba los 40 años).

Algunas curiosidades:

Los mercenarios íberos que acompañaron a Aníbal, según Polibio, llevaban túnicas de lino púrpura.

Los Turdetanos ofrecían estas túnicas como alianza a los romanos.

Los mantos trenzados se usaban como pago a Roma desde el 205 a. C.

Los íberos eran muy hábiles en el arte del trenzado, y sus tejidos eran tan valorados que se realizaban competiciones entre los diversos oppidum para ensalzar el prestigio de los habitantes del oppidum vencedor, y en especial, de las mujeres que se habían encargado de tejerlo.

Existía, en la sociedad ibera, un canon de medidas al más puro estilo moderno, que había que cumplir para evitar la humillación familiar.

El vestido femenino tiene diversas variantes, tanto en forma como según las regiones. Cada región seguía una serie de estilos o tipologías muy variadas, aunque con rasgos comunes.

La túnica puede ser de 1, 2 o 3 piezas, lisa, con cinturones, labrada con bordado, con volantes, plisada, con cola o con mangas en punta. Esto lo sabemos observando las diversas representaciones arqueológicas que nos han llegado, puesto que no hay restos textiles disponibles, puesto que la calidad del suelo peninsular no permite que los materiales se conserven, como sí puede ocurrir en Egipto.

Las piezas básicas de vestimenta femenina son la túnica, el manto y el velo, decoradas y con ornamentos variados.

Podemos ver en la Dama oferente del Cerro de los Santos un ejemplo perfecto de la indumentaria íbera en un contexto religioso: el manto, cubriendo los hombros y dejando ver la túnica en su interior, las joyas, que engalanan la túnica interior y los bordados en forma de cenefa que se pueden ver por toda la longitud del manto. Fuente: Wikipedia.

Hablando de textiles, estas túnicas solían ser de lino, lana para el invierno o gasa. Los bordes de las túnicas, mantos y velos se suelen decorar con cenefas bordadas y motivos geométricos. El manto, que cubre de cabeza a pies, puede ser abierto (viéndose la túnica que hay debajo) o cerrado, generalmente desde la abertura del pecho hasta el suelo. Estos pueden ser rectangulares, circulares o con mangas.

Respecto a los peinados, estos varían entre trenzas enrolladas en la cabeza, el pelo liso suelto, recogido bajo la nuca, o con rodetes a cada lado. Nunca faltaban diademas, rodetes, collares, o piedras preciosas adornando el cabello o el velo en su lugar.

En la indumentaria íbera no pueden faltar las joyas, que son muy ricas y diversas. Sobre todo, en un ámbito más bien religioso, en las representaciones podemos encontrar brazaletes, anillos, pulseras, broches, mitras, alfileres, collares, aros…etc.

La Dama de Elche, procedente de la Alcudia, es un ejemplo muy característico para observar el tipo de joyas que pudo portar una mujer en un contexto religioso: Rodete a cada lado del pelo, mantilla y un manto, que en este caso se encuentra abierto y nos permite ver un collar compuesto por tres piezas y un complejo entramado de ornamentos a modo de “piedras preciosas” rematando el conjunto. Bajo cada rodete podemos encontrar cuentas de collar a modo de pendientes, unidos a cada rodete. Fuente: Wikipedia.

Muchos, al ser de oro, plata o bronce, han llegado hasta nosotros en tesorillos, como el conocido Tesoro del Carambolo. También forman parte de ajuares y ritos sacerdotales de estos pueblos, ensalzando a los que los portan como las clases más altas, que utilizaban estos mecanismos para separarse del resto de la sociedad.

Como toque final, agregar que las túnicas y mantos eran de colores muy intensos y vibrantes, como el púrpura, el rojo o el azul cobalto. Nos han llegado de forma muy residual en algunas de las damas, como la de Baza. Si os fijáis, en los labios de la de Elche, también podemos observar algunos dejes de policromía, si bien en su descubrimiento se dejó expuesta durante mucho tiempo y con ello, perdimos la policromía que sin duda la caracterizaba.

En la Dama de Baza podemos reconocer dos grandes pendientes en cada oreja, y si bien no encontramos un tocado, la Dama en este caso porta un velo que le cubre la cabeza. El manto, abierto, nos deja ver las capas de las que se compone su atuendo: manto, túnica, y una variedad de joyas que la adornan, como el caso de los ya mencionados pendientes, o el gran collar que le cubre el pecho. Al estar sedente, observamos el riguroso trabajo escultórico en los pliegues y arrugas de la indumentaria de la dama, así como los dejes de policromía que han podido mantenerse hasta nuestros días. Fuente: Wikipedia.

Bibliografía

POLIBIO, Historias, I 17, 4.

DE LA BANDERA, M. L. (1977): «El atuendo femenino ibérico», Habis, 8, pp. 253-297.

RUEDA, C. y GONZÁLEZ, S. (3 de mayo de 2016): Así se vestían los iberos. Blogs 20 minutoshttps://blogs.20minutos.es/ciencia-para-llevar-csic/2016/05/03/asi-se-vestian-los-iberos/

Vestimenta ibera (21 de diciembre de 2012). Lex Sodalis. Recreación histórica & cosplay. http://lexsodalis.blogspot.com/2012/12/vestimenta-ibera.html

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