Las armas en los poblados ibéricos: teoría, método y resultados

por El Profesor

Fernando Quesada Sanz es Doctor en Prehistoria y Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid. Es uno de los máximos exponentes en el estudio del armamento antiguo, especialmente entre los pueblos prerromanos de la Iberia Vieja. Entre su abundante obra bibliográfica también figura la divulgación al gran público, con los conocidos volúmenes “Armas de Grecia y Roma” y “Armas de la Antigua Iberia”, editados por La esfera de los libros.

El artículo que vamos a comentar se titula “Las armas en los poblados ibéricos: teoría, métodos y resultados”. Fue publicado en la revista Gladius en el año 2010. Gladius es una revista de investigación especializada en el mundo militar del Mediterráneo, y en ella han publicado los mejores investigadores en este campo.

El trabajo resulta interesante porque trata de responder, a partir de un estudio de casos, las dudas respecto al uso social de las armas en la cultura ibera. Los autores clásicos destacaron especialmente el apego que los pueblos de la Iberia Vieja sintieron hacia sus armas, entendidas como símbolo de su ardor guerrero y de su propia virtud guerrera y de su libertad. Sin embargo, las armas se han encontrado principalmente dentro de un ámbito funerario, lo que a la fuerza expresa una evidencia sesgada, ya que implica un proceso ritual muy definido que no refleja la realidad cotidiana en la vida de los guerreros celtas e iberos. La idea central del artículo trata de responder a esta duda: ¿refleja el tópico expresado en los textos clásicos una realidad en la sociedad de los pueblos prerromanos?

Por lo tanto, el autor plantea un estudio de casos a través de la arqueología para encontrar una evidencia dentro de la vida cotidiana de los pueblos prerromanos que pueda confirmar la realidad que expresan los textos clásicos: que las armas eran un símbolo de estatus social de los hombres libres. Como guerreros, estos hombres asociaban sus cualidades guerreras y su propia definición como individuo con la posesión y la ostentación pública de este armamento, hasta el punto que entregarlo o deshacerse de él les resultaba intolerable. En el artículo de Gabriel Sopeña, “El mundo funerario celtibérico y la ética agonística”, comentado en este mismo blog, puedes leer más sobre este aspecto de la psique de iberos y celtíberos.

El artículo comienza con un planteamiento de trabajo preliminar, para después realizar un estudio de casos escogidos que permiten tomar una idea de conjunto, pero limitada por el propio desarrollo de la investigación arqueológica. Finalmente, el artículo expone unas conclusiones en las que recapitula sobre la pregunta general del artículo y su respuesta en virtud de los casos analizados.

Armas en necrópolis y armas en poblados

Este primer título del artículo plantea la situación general del conocimiento sobre el número y localización de todas las armas de la Edad del Hierro peninsular que se conocen. Este es el punto de partida inicial para investigar sobre la cuestión que plantea el artículo. Para encontrar una respuesta probatoria, sería necesario considerar las armas encontradas en ambientes cotidianos, lo que expresaría el uso habitual de las mismas en la vida de estos guerreros de Iberia. Sin embargo, un dato importante sobre el análisis de las armas conservadas y catalogadas es que un porcentaje muy alto de éstas, el 77,2%, procede de ambientes funerarios, mientras que tan solo un 13,3% del total de este equipamiento procede de contextos de hábitat. Al final de este apartado el autor aclara que se ceñirá al ámbito ibérico levantino, si bien las conclusiones serían también aplicables al mundo céltico, dado que en los textos los autores clásicos no realizaron una distinción entre las conductas guerreras de ambos pueblos.

Los ajuares de guerreros en las necrópolis celtibéricas e iberas indican que los guerreros tendían a enterrarse con el armamento que habían usado en vida. El estudio de las armas que aparece en las necrópolis permite inferir el nivel de riqueza de su usuario, y demuestra que dentro de la clase guerrera estaban incluidos individuos de riqueza muy desigual. Por otro lado, el número de tumbas en una necrópolis está muy por debajo de la representación demográfica real de un poblado, por lo que se puede concluir que el propio ritual de enterramiento encerraba unas peculiaridades tales que su evidencia arqueológica debe ser utilizada con cuidado. Fuente imagen: web del yacimiento y necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho.

Cuestiones de método

Resulta relevante la forma en la que se analizan los datos resultantes de investigaciones arqueológicas, con el fin de plantear una serie de conclusiones historiográficas válidas. En este apartado, Quesada Sanz explica el procedimiento que tomará en el núcleo del artículo para tratar de dar respuesta a la pregunta central que plantea el trabajo.

Los conjuntos de armas se han encontrado principalmente como parte de los ajuares que acompañan al difunto en su sepultura. Muchas de estas armas representan en muchos casos panoplias funcionales que pudieron utilizarse en combate. Sin embargo, el ambiente funerario no es el mejor espacio para demostrar las formas de la vida cotidiana, ya que los rituales que rodean el acto de enterrar a una persona expresan conductas distintas a las que son comunes en la vida cotidiana de cualquier grupo humano. El estudio de las armas halladas en contexto de poblado queda libre de esas connotaciones rituales, y por tanto resulta más útil a la hora de investigar su valor social.

El estudio de las armas en poblados también tiene problemas metodológicos. Sólo en aquellos lugares donde la vida ha quedado congelada, a causa de una catástrofe que provocara la destrucción o abandono rápido del poblado, sin que se haya reocupado después, ofrecen una evidencia arqueológica suficiente como para poder analizar el instante detenido de la vida de sus pobladores.

El número de yacimientos arqueológicos que pueden encontrase cumpliendo los requisitos necesarios es muy escaso, ya que a la situación de pausa en el tiempo debe añadirse además que el espacio arqueológico haya sido excavado en su totalidad, para poder ofrecer así datos absolutos sobre los restos encontrados. Además, el autor también reconoce que incluso un hábitat destruido no termina de explicar la situación típica de la vida cotidiana, si no la excepcionalidad del momento en el que el poblado fue abandonado.

La posesión de armas refleja el estatus de guerrero, y en las sociedades antiguas era un símbolo no solo de su rango social, si no de su función como protector de su comunidad y un reflejo de su propia virtud personal. Es posible que la capacidad de costear un tipo de armamento implicara no sólo el nivel de riqueza del guerrero, si no también su puesto de combate en batalla. En esta imagen vemos a dos miembros de un grupo de recreación mostrando ambos lados del espectro de combatientes: a la derecha un guerrero de baja clase, equipado con una lanza y una espada de antenas, y a la izquierda un guerrero aristócrata con toda la panoplia de combate. Fuente: wikimedia commons.

Sobre la posesión de armas en la iberia prerromana

Este título da inicio al núcleo principal del artículo. Antes de proceder al estudio de casos específicos, el autor realiza una serie de consideraciones al respecto del uso de las armas en las culturas prerromanas.

Tal y como se ha comentado al inicio de esta recensión, los guerreros prerromanos peninsulares demostraron un gran apego hacia sus armas, según los autores clásicos. Sin embargo, la historiografía actual se ha preocupado en explicar cómo pudo darse la tenencia y control de las armas usadas por parte de los guerreros de un poblado. El autor hace referencia al estudio de otro investigador, Arturo Ruiz Rodríguez (2000), en el que se postula que las armas pudieron estar guardadas por la nobleza del poblado, haciéndose cargo de su reparto en momentos de necesidad. Sin embargo, Quesada rebate este argumento indicando que los textos clásicos indican cómo todos los guerreros mostraban una asociación personal íntima con sus armas, por lo que difícilmente podrían haber estado acaparadas por unos pocos nobles en tiempos de inactividad. También indica que en las necrópolis, desde el siglo V a.C., las armas aparecen en todas las categorías de riqueza de las tumbas, por lo que ningún individuo estaba privado de enterrarse con ellas si ese era su deseo final, de lo que se deduce que las armas eran de su propiedad. Esto se relaciona con el modelo de mentalidad arcaica guerrera propia de todas las sociedades europeas del Hierro, en la que el derecho a portar armas era propio de los hombres libres, encargados de defender a su comunidad.

En segundo lugar, Quesada Sanz analiza si la dispersión de las armas encontradas en los yacimientos que sí pueden ser objeto de estudio, por reunir las condiciones mencionadas, permite confirmar los datos ofrecidos en los cementerios y las fuentes literarias. Por ello, se compromete a realizar un análisis pormenorizado de la dispersión espacial de las armas documentadas en los casos estudiados, comprendiendo un período que comprende este momento de mentalidad guerrera arcaica que coincida con el período abarcado en las necrópolis, es decir, desde el s.V al s.I a.C.

El autor pasa entonces a analizar cada caso estudiado. En esta recensión reflejaremos solo las conclusiones finales obtenidas en cada caso.

El caso de Cancho Roano. Badajoz. Finales s.V a.C.

Cancho Roano es un yacimiento que se acoge a los requisitos especificados por Quesada Sanz, pero que reviste en sí mismo una gran dificultad interpretativa (MAIRA GIL, M.: 2021) , motivo por el cual el propio autor acaba por dar una lectura ligera y una conclusión poco significativa. El equipo encontrado en este santuario o palacio corresponde de forma mayoritaria en arreos de caballo, además de puntas de lanza y cuchillos. Estos objetos han sido encontrados principalmente en el edificio central del complejo, sin que pueda considerarse la existencia de un arsenal o almacén dedicado a guardar estos objetos de metal. Además, en Cancho Roano, al igual que parece que se hizo en El Turuñuelo (CELESTINO, S. y RODRÍGUEZ, E.: 2019), pudo llevarse a cabo una ceremonia por la cual se selló el edificio, por lo que los utensilios encontrados en él pudieron haber formado parte de ella y no guardar su sentido original.

El caso de la Bastida de les Alcuses. Valencia. Segunda mitad del s.IV a.C.

Este importante yacimiento ibérico fue destruido a finales del s.IV a.C. de forma violenta. En él se han encontrado 138 objetos metálicos entre armas y arreos de caballos, predominando las puntas de lanza. Las piezas están distribuidas por todo el poblado de forma uniforme, sin apreciarse una concentración en viviendas aristocráticas o arsenales. Las armas puramente de guerra, espadas y escudos, son escasas y no aparecen juntos, lo que resulta muy significativo. La dispersión de armas no permiten identificar la panoplia de un solo individuo en una estancia, pero sí pueden llegar a sumar un equipamiento apropiado para un guerrero si se suma el conjunto de elementos hallados en todas las estancias de una sola vivienda, y casi todas las casas contaban con armas entre los elementos de su mobiliario. Estos vestigios pueden explicarse en primer lugar por la existencia en las casas de armas y objetos antiguos, poco usados. En segundo lugar, la ausencia representativa de armas de guerra puede explicarse por la situación bélica concreta que conllevó la destrucción del poblado, lo que indicaría que eran transportadas por los guerreros del oppidum en el momento que fue destruido. El autor desarrolló un monográfico sobre este yacimiento en la publicación “La Bastida de les Alcusses, 1928-2010”, editado por la Diputación y Museo de Prehistoria de Valencia.

La Bastida de les Alcusses ha podido ser excavada en su totalidad, después de ser destruida por un ataque en el s. IV a.C. Este acontecimiento proporciona a la arqueología una oportunidad excepcional para conocer cómo era la vida en él antes de su fortuita desaparición. Imagen superior: Real Academia de Cultura Valenciana. Imagen inferior: Quesada Sanz, 2011.

El caso de Tossal de Sant Miquel de Liria. Valencia. Entre s.III y II a.C.

Este conocido yacimiento ha sido identificado como la capital de los edetanos, llamada Edeta. Fue destruido durante la II Guerra Púnica o poco después. Aunque el yacimiento no ha sido excavado en su totalidad, el tamaño del poblado y la muestra excavada es lo suficientemente relevante como para poder sacar conclusiones fiables al respecto. Las armas se distribuyen por todo el yacimiento, excepto en un lugar identificado como un santuario. Igual que en la Bastida, escasean las espadas pero son comunes las moharras de lanza. La lectura, por tanto, es similar a la ya explicada.

El caso de San Antonio de Calaceite. Teruel. Finales s.III a.C.

Este poblado fue arrasado por un incendio en el cambio de era entre el siglo III y II a.C. El poblado está dividido en dos fases, barrio alto y barrio bajo. Las armas se encontraron principalmente en la calle y en las habitaciones delanteras de las viviendas de la zona sur. Dado que el incendio obligó a desalojar el poblado rápidamente, el autor plantea de manera hipotética que las armas en la entrada de las viviendas podrían ser armas expuestas como trofeo, clavadas en la puerta de las casas.

El caso de Castellares de Herrera de los Navarros. Zaragoza. Mediados s.II a.C.

Este yacimiento de pequeñas dimensiones destaca sin embargo por el hallazgo, dentro de una de las casas, de un ajuar guerrero consistente en dos puntas de lanza, una espada y arreos de caballo. No se han catalogado más objetos metálicos en el lugar, por lo que es posible que el lugar se tratara de un pequeño caserío habitado por una familia aristocrática, cuyos miembros serían los únicos en poseer armas. En este momento el autor aprovecha para realizar una reflexión sobre el valor y papel de la caballería en el mundo ibero, afirmando que el cuerpo de caballería como parte común del ejército aparecería entre los iberos a partir del s.III a.C. La normalización del uso de caballería quedaría probada por el hecho de que individuos de escaso poder pero miembros de la clase guerrera, como la familia de este poblado o la de Puntal dels Llops, que analizaremos después, podían poseer un caballo para la guerra. Esto descartaría la idea de que la posesión de un caballo y su uso en el combate era solo accesible a la aristocracia guerrera.

El caso de Caminreal. Teruel. Sobre el 75 a.C.

El yacimiento de Caminreal corresponde a una ciudad romana habitada por ciudadanos latinos e indígenas. En la casa de Likine, una ínsula propiedad de un potentado, se encontró un lote de armas que incluía una catapulta scorpio, puntas de lanza y pilum. Este grupo de armas es considerado por Quesada Sanz como un ejemplo de equipamiento romano a manos de legionarios romanos, por lo que no entraría dentro de las consideraciones específicas de este artículo.

Castellet de Bernabé y Puntal dels Llops son ejemplos de los pequeños poblados que formaban parte del paisaje rural de los territorios tribales iberos. En ambos lugares se han encontrado evidencias de que en ellos residía una familia poseedora de armas, tal vez los señores del lugar, sobre una población de agricultores o siervos. Fuente imagen superior: El Puntal dels Llops, Diputació de Valencia. Fuente imagen inferior: Castellet de Bernabé, Quesada 2010.

Algunos casos de caseríos y recintos fortificados de Edetania. Valencia. Entre s.III y II a.C.

Existen una serie de asentamientos de pequeño tamaño, formados por una calle central con viviendas adosadas a los muros que delimitan el perímetro del hábitat. Estos lugares han sido identificados como pequeños recintos fortificados cuya función podía ser la de proteger o explotar económicamente el territorio perteneciente a una tribu ibera. En la región edetana hay dos de estos yacimientos característicos investigados de forma exhaustiva: Castellet de Bernabé y Puntal dels Llops, y que fueron destruidos en épocas similares, entre el s.III y II a.C. Estos yacimientos son elegidos como ejemplos concretos sobre hallazgos o situaciones particulares.

El Castellet de Bernabé sería un pequeño caserío con una población estimada de entre 40 a 60 personas, formada por una familia aristocrática y un conjunto de trabajadores, tal vez siervos. No se encuentran apenas armas en el lugar, pero sí que destaca la acumulación de aperos de labranza en la casa con mayor número de dependencias, por lo que ha sido identificada como la residencia de la familia noble. Esto apoya la hipótesis de que la aristocracia dominante controlaba los medios de producción, pero no las armas.

El Puntal dels Llops es un fortín con dimensiones parecidas al Castellet. En este lugar sí se ha encontrado otro caso de panoplia completa de un guerrero ibero en una casa. Se trata de un conjunto de espada, lanza, espuelas y arreos de caballo. Otro dato peculiar del yacimiento es el hallazgo de munición de honda, glandes de plomo acumulados en una sola estancia del fortín, lo que muestra la existencia de al menos un hondero residente en el lugar.

Conclusión

Con todo lo visto, el artículo termina con un apartado de conclusiones en el que se recapitula la tesis que se ha pretendido demostrar a lo largo de su desarrollo. La inclusión de este apartado en un artículo siempre es bienvenido, ya que sirve de colofón directo de las teorías ofrecida por los investigadores y permiten hacerse rápidamente con la tesis o argumentos defendidos en un artículo.

El apartado de conclusiones establece dos supuestos. El primero, que durante las fases más antiguas de la cultura ibérica es posible que el uso de armas de guerra estuviera limitado a los grupos aristocráticos que formaban la cúspide de la sociedad, mientras que las armas de caza podrían tener, como resulta natural, una distribución mayor entre otras capas sociales. El segundo, que desde el s. IV a.C., tanto en Iberia como en Celtiberia la mentalidad guerrera de los pueblos prerromanos estuvo dominada por la idea de que las armas identificaban al hombre libre, y que por tanto eran expuestas en las casas y depositadas junto a sus propietarios una vez éstos fallecían y eran honrados con exequias fúnebres.

Referencias y obras citadas en el artículo:

CELESTINO, S. y RODRÍGUEZ, E. (2019): “Un espacio para el sacrificio: el patio del yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz)”. Complutum, 30 (2). pp: 343-366.

MAIRA GIL, M. (leído 20 enero 2021): “Un palacio-santuario en las vías de comunicación protohistóricas peninsulares: Cancho Roano. Análisis arqueológico”, en extremaduravirtual.net. https://extremaduravirtual.net/tours/badajoz/canchoroano/analisis-arqueologico.pdf

QUESADA SANZ, F. (2010): “Las armas en los poblados ibéricos: teoría, método y resultados”, Gladius XXX. pp. 17-42.

QUESADA SANZ, F. (2011): “El armamento en un poblado ibérico del siglo IV a.C. Una oportunidad excepcional”, en BONET, H. y VIVES-FERRÁNDIZ, J.: La Bastida de les Alcusses, 1928-2010. Valencia: Museu de Prehistòria de València. pp. 197-219.

RUIZ RODRÍGUEZ, A. (2000): “El concepto de clientela en la sociedad de los príncipes”, en MATA, C. y PÉREZ, G. (eds.): Ibers. Agricultors, artesans i comerciants. Saguntum Extra, 3. pp. 11-20.

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